El día de aventuras de Rom Rom



Había una vez un gato llamado Rom Rom que había sido adoptado por una amable familia. Rom Rom llegó a su nueva casa y se encontró con muchas cosas nuevas que nunca había visto antes. Había un rascador alto y resistente, un divertido juego de pelotas que rebotaban por toda la casa, un bebedero lleno de agua fresca, un plato para comer con deliciosos croquetas, una suave cama para descansar, un emocionante juego de ejercicios y una caja con arena para hacer sus necesidades.

Al principio, Rom Rom estaba un poco abrumado por tantas cosas nuevas, pero pronto se dio cuenta de que todas esas cosas estaban ahí para hacerlo feliz. Empezó a explorar cada rincón de la casa y a probar cada uno de los regalos que le habían dado. "¡Miau! ¡Este rascador es perfecto para afilar mis uñas!" exclamó Rom Rom mientras se estiraba perezosamente. -

Los días pasaron y Rom Rom se divirtió mucho jugando con las pelotas, saltando de un lado a otro y persiguiéndolas por toda la casa. También disfrutó de largas siestas en su suave cama y se dio cuenta de que el bebedero y el plato de comida siempre estaban llenos de cosas deliciosas y frescas.

Pero un día, Rom Rom se sintió un poco triste. Había estado comiendo un poquito más de la cuenta y se dio cuenta de que ya no se sentía ágil y veloz como antes. Entonces, decidió poner en práctica su juego de ejercicios. -

Con determinación, empezó a saltar y correr alrededor del juego de ejercicios, moviendo su cuerpecito de un lado a otro. Poco a poco, su agilidad volvió, y se sintió más fuerte y feliz que nunca.

Al día siguiente, Rom Rom descubrió la caja con arena para orinar, y comprendió que era el lugar perfecto para hacer sus necesidades. Empezó a usarla diligentemente y se sintió muy orgulloso de sí mismo.

Rom Rom aprendió que su nueva casa estaba llena de aventuras y sorpresas, y que todas las cosas nuevas que tenía estaban ahí para hacerlo sentir amado y feliz. Desde ese día, no dejó de explorar, jugar, descansar y cuidarse para sentirse siempre bien. Y así, Rom Rom fue el gato más feliz de toda la casa.

FIN.

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