El día de campo de Inés y la chancha


Inés estaba muy emocionada porque ese fin de semana iría de paseo a la granja para visitar a su amiga la chancha. Desde que era pequeña, Inés siempre había sentido una especial conexión con los animales, pero la chancha era su favorita. Tan pronto como llegaron a la granja, Inés corrió emocionada hacia el corral de los cerdos. Allí, la chancha la esperaba con una gran sonrisa en su hocico. -¡Hola, Inés! ¡Qué alegría verte! -dijo la chancha con entusiasmo. -¡Hola, amiga chancha! ¡Qué contenta estoy de venir a visitarte! -respondió Inés con una gran sonrisa.

Durante el día, Inés y la chancha corrieron por el campo, saltaron charcos y recogieron flores silvestres. Se rieron muchísimo y compartieron secretos. Mientras caminaban, también se encontraron con otros animales de la granja, como gallinas, vacas y caballos, a los que saludaron y jugaron. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del campo de maíz. En ese momento, la chancha pidió a Inés que la acompañara. Juntas se adentraron entre las altas plantas de maíz y descubrieron a un pajarito atrapado entre las ramas. -Pobre pajarito, ¿cómo podemos ayudarlo? -se preocupó Inés. La chancha le explicó a Inés que juntas podrían empujar suavemente las hojas de maíz para liberar al pajarito. Trabajaron en equipo y finalmente lograron que el pajarito volara libre. El pajarito pió alegremente y aleteó en círculos sobre sus cabezas en agradecimiento.

Al atardecer, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, Inés le agradeció a la chancha por enseñarle la importancia de ayudar a los demás y trabajar en equipo. La chancha le respondió con cariño: -Siempre es bueno ayudar a otros, Inés. Y recuerda, los amigos siempre están ahí para cuidarse mutuamente. -Lo sé, amiga chancha. ¡Gracias por enseñarme tanto hoy! -respondió Inés con gratitud. Llenas de alegría, Inés y la chancha regresaron a casa, sabiendo que siempre serían las mejores amigas y que juntas podrían enfrentar cualquier desafío.

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