El Día de Jesús y su Mamá



En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y cielos azules, vivía un niño llamado Jesús. Era un chico alegre, lleno de sueños y con una imaginación desbordante. Saliendo una mañana de su casa, notó que su mamá, la dulce María, estaba sentada en el porch, mirando el jardín lleno de flores de colores vivos.

"¡Mamá!" -exclamó Jesús, corriendo hacia ella"¿Qué hacemos hoy?"

"Hola, mi amor. Estaba pensando en que podríamos hacer algo especial juntos. ¿Qué te parece?"

"¡Sí! ¡Me encantaría!" -respondió Jesús, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

María miró a su alrededor y sugirió:

"Podríamos hacer un picnic en el árbol grande. ¿Te acuerdas de eso?"

"¡Sí! ¡Esa es mi parte favorita!" -dijo Jesús saltando de alegría.

Juntos, prepararon una canasta llena de deliciosos sandwiches, frutas frescas y galletitas de chocolate. Mientras armaban todo, María le contó a Jesús historias de cuando ella era chica.

"Sabés, en mi época no había tanta tecnología, hacíamos picnics con lo que teníamos en casa y disfrutábamos de la naturaleza. " -dijo ella, mirando al horizonte.

"¡Qué lindo, mamá!" -dijo Jesús, entusiasmado"¿Podrías contarme más sobre esos tiempos?"

"¡Por supuesto! Un día me perdí en el bosque y tuve que seguir las flores para encontrar el camino a casa. ¡Pero eso me ayudó a conocer cada rincón del lugar!"

Al escuchar eso, Jesús tuvo una idea brillante:

"¡Vamos a hacer nuestro propio mapa del bosque!" -dijo emocionado.

"Esa es una genial idea. Deberíamos ponerle nombres a los lugares que descubramos."

Una vez en el bosque, comenzaron su aventura. Al principio todo era alegría y risas. Dibujo aquí, dibujo allá. Pero luego, de repente, comenzaron a escuchar un ruido raro. Era un goteo extraño.

"¿Qué será eso?" -preguntó Jesús, algo preocupado."¿Podremos seguir explorando?"

María lo tranquilizó:

"Sí, hijo. Además, cada aventura tiene sus sorpresas. A veces hay que enfrentarlas con valentía. Vamos a investigar."

Mientras se acercaban, descubrieron que el ruido provenía de un tronco de árbol hueco donde había una familia de patitos atrapados. Jesús miró a su mamá con ojos de asombro.

"¡Mamá, tenemos que ayudarles!" -dijo, sintiendo mucha empatía por los patitos.

"¡Claro! Pero necesitamos pensar cómo lo vamos a hacer."

Jesús pensó un momento y recordó sus aprendizajes.

"Podemos hacer una rampa con algunas ramas que recojamos. ¡Así podrán salir!"

María asintió y juntos se pusieron manos a la obra. Cuando terminaron, los patitos miraron a Jesús y María como si entendieran lo que habían hecho por ellos. Cuando finalmente lograron salir, los patitos nadaron felices en un pequeño charco cercano.

"¡Lo logramos!" -exclamó Jesús, hinchando su pecho de orgullo.

"Sí, cariño. Hiciste un gran trabajo. Siempre hay que ayudar a quienes lo necesitan."

Después de esa emocionante experiencia, decidieron continuar explorando y encontraron un pequeño claro lleno de flores.

"¡Qué hermoso!" -dijo Jesús, queriendo recoger algunas flores para su mamá.

"Recuerda, hijo, no debemos arrancar las flores. Podemos disfrutar de su belleza sin lastimarlas, ¿verdad?" -le recordó María.

"Tenés razón, mamita. ¡Sólo las admiraré!"

Así pasaron la tarde, entre risas, aprendizajes y una naturaleza que les sonreía. Al regresar a su casa, Jesús le aseguró a María:

"¡Hoy fue uno de los mejores días de mi vida!"

"Y a mí me alegra mucho saber que compartimos estos momentos juntos. La felicidad se encuentra en los pequeños detalles y en ayudar a otros. Recuerda siempre eso, Jesús."

Y así, al caer la tarde, Jesús y su mamá, regresaron a casa con el corazón lleno de gratitud, instantes inolvidables y el espíritu aventurero encendido, listos para la próxima gran aventura que la vida les deparara. Ellos habían descubierto que en la felicidad y en el amor familiar, estaba el verdadero tesoro de cada día.

Finalmente, sentados en la verandah viendo el atardecer, Jesús tomó la mano de su mamá y le dijo:

"Gracias por ser la mejor mamá del mundo. Siempre quiero pasar días así contigo."

"Y yo deseo lo mismo, hijo. La vida es una hermosa aventura que siempre es mejor compartir."

Y así se quedó Jesús, soñando con muchas más aventuras junto a su mamá, siempre listos para hacer el bien y disfrutar de la belleza del mundo que los rodeaba.

FIN.

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