El Día de la Amistad en el Bosque



Era un hermoso día en el Bosque Alegre. Los pajaritos cantaban y el sol brillaba con fuerza. En el corazón del bosque, vivían muchos animales: Conejito, Tortuguita, y Ratón. Hoy, era un día muy especial porque era el Día de la Amistad, y todos estaban emocionados por la gran fiesta que planeaban hacer.

- ¡Hola, Tortuguita! - saludó Conejito mientras saltaba de alegría. - ¿Ya preparaste tus platitos para la fiesta?

- ¡Sí, Conejito! - respondió Tortuguita sonriendo. - Estoy haciendo galletitas de zanahoria. ¡Le encantarán a todos!

Por otro lado, Ratón estaba un poco preocupado. Había visto que su vecino, Búho, no parecía feliz.

- ¡Hola, Ratón! - gritó Tortuguita. - ¿Vas a traer algo rico para la fiesta?

- Sí, pero... - dijo Ratón con voz triste. - Me preocupa Búho. No está contento y no quiero que se sienta solo en este día tan especial.

Los amigos se miraron y, después de un momento de silencio, Conejito respondió:

- ¡Podríamos invitarlo a la fiesta! Tal vez le haga bien estar con nosotros.

- ¡Esa es una gran idea! - exclamó Tortuguita. - Vayamos a buscarlo.

Los tres amigos se pusieron en marcha. Al llegar a la casa de Búho, vieron que estaba sentado en una rama, con la mirada perdida.

- ¡Búho! - gritó Ratón alegremente. - ¡Estamos haciendo una fiesta por el Día de la Amistad! ¿Querés venir?

Búho, al escuchar la invitación, giró su cabecita y respondió: - Gracias, amigos, pero no sé si quiero. No me siento bien y no tengo ganas de fiesta.

Conejito y Tortuguita se miraron preocupados.

- Pero Búho, ¿por qué no nos cuentas qué te pasa? - preguntó Conejito.

Búho suspiró y dijo: - Me siento un poco solo, hace días que no hablo con nadie, y no tengo ganas de divertirme.

Ratón, con mirada comprensiva, se acercó y le dijo: - Todos pasamos por momentos así. Pero hoy es un día especial y estar con amigos puede ayudar.

Búho sonrió un poco, pero todavía no parecía muy convencido.

- ¿Y si me siento muy triste en la fiesta? - preguntó.

- ¡No te preocupes! - respondió Tortuguita. - Si te sentís así, te podremos dar un abrazo y ayudarnos entre todos.

- Y podemos jugar juegos donde todos participemos juntos. - agregó Conejito.

Búho pensó en eso y, al final, aceptó la invitación:

- Bueno, creo que podré intentar hacerlo. ¡Voy con ustedes!

Así, los cuatro amigos se dirigieron a la zona de la fiesta. Allí, todos los animales estaban decorando y preparando deliciosos platillos. Al llegar, todos los animales se dieron cuenta de que Búho se veía un poco diferente, pero estaban felices de verlo.

- ¡Búho! ¡Qué alegría verte! - dijeron los demás. - Ven, ven a jugar.

A lo largo del día, Búho se sintió cada vez más incluido. Cuando se sentía un poco triste, sus amigos lo rodeaban y le brindaban abrazos reconfortantes.

- ¡Gracias, amigos! - decía Búho, mientras se reía con ellos.

Al finalizar la fiesta, todos los animales estaban cansados, pero muy felices. Búho, por su parte, se dio cuenta de que hablar sobre sus sentimientos había hecho que se sintiera mejor. Se acercó a sus amigos y les dijo:

- Sabes, antes no quería venir, pero estar con ustedes me hizo sentir mejor y menos solo. ¡Gracias por ser tan empáticos!

Conejito, Tortuguita y Ratón sonrieron. Sabían que la empatía y la amistad eran lo más importante, y que siempre estarían ahí para cada uno.

- ¡Siempre, Búho! - contestaron al unísono.

Y así, el día terminó con risas, abrazos y una gran lección sobre cómo ser empáticos con los demás. Cada uno se fue a su casa sintiéndose un poco más feliz y un poco más unido, aprendiendo que todos necesitamos amigos que nos escuchen y nos ayuden a sentirnos mejor.

Desde aquel día, Búho nunca más se sintió solo, porque sabía que siempre podía contar con sus amigos, y ellos, a su vez, también aprendieron que la empatía puede iluminar el día de alguien más.

FIN.

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