El Día de la Amistad en el Jardín
-¡Mira, Azulina! -dijo Colorida-. ¡Hoy es el Día de la Amistad! ¿Qué haremos?
-¡Qué emocionante, Colorida! -respondió Azulina, aleteando con entusiasmo-. Podemos organizar una gran fiesta para todos nuestros amigos en el jardín.
-¡Eso suena genial! -exclamó Colorida, su pétalo vibrando de alegría-. Pero ¿cómo haremos para invitar a todos?
-Podemos hacer tarjetas de amistad, llenas de dibujos y palabras bonitas. ¡Voy a buscar hojas de papel! -propuso Azulina mientras emprendía su vuelo.
Colorida, por su parte, comenzó a pensar en deliciosas golosinas de néctar y en hermosas melodías que podían tocar durante la fiesta.
Mientras tanto, Azulina fue de flor en flor, llevando su mensaje de amistad. -¡Hola, Margaritita! -saludó a su amiga margarita-. Hoy es el Día de la Amistad y estamos organizando una fiesta, ¿te gustaría venir?
-¡Sí, claro! -respondió Margaritita, feliz-. ¡Invitemos a todos los que podamos!
Ya en la tarde, Azulina y Colorida habían hecho un montón de invitaciones y la noticia se había esparcido como un viento suave. Pero cuando llegó el momento de la fiesta, se dieron cuenta de que un gran problema había surgido.
-Oh, Colorida -dijo Azulina, preocupada-. Ya tenemos a casi todos los amigos, pero no hemos pensado en las hormigas. No tienen flores para moverse y pueden sentirse solas.
-Tienes razón, Azulina -respondió Colorida-. Pero, ¿cómo podemos traerlas a nuestra fiesta?
-Ya sé, ¡podemos preparar un camino de deliciosos granos de azúcar para que vengan! -propuso Azulina.
Ambas amigas se pusieron a trabajar rápidamente. Colocaron granos de azúcar por todo el camino hacia la fiesta. Pocos minutos después, un desfile de hormigas comienza a llegar, siguiendo la dulce senda.
-¡Bienvenidas, amigas! -gritaron Azulina y Colorida al unísono. Las hormigas, alegres, se unieron a la fiesta.
Los amigos comenzaron a bailar, a compartir cuentos y a disfrutar de los manjares preparados. La música resonaba en todo el jardín, y la diversión era contagiosa. Justo cuando pensaban que todo iba perfecto, un gran viento comenzó a soplar, amenazando con llevarse todo.
-¡Oh no! -gritaron todos, viendo cómo la fiesta podría verse arruinada.
-No podemos dejar que el viento nos quite la alegría -dijo Colorida, levantando su voz-. ¡Juntos podemos ayudar!
-¡Sí! -gritaron las mariposas, las flores y hasta las hormigas.
Formaron un grupo, con Azulina volando alto mientras daba indicaciones. Todos se pusieron a trabajar, unas flores sostenían las mesas, otras mariposas cubrían la comida con sus alas, y las hormigas dijeron:
-¡Nosotros haremos una barrera con granos de tierra!
Fue un momento de trabajo en equipo. Rápidamente, lograron crear refugios para proteger toda la comida y la decoración. La fiesta continuó, incluso con el viento aullando. Cuando el viento calmó su furia, la música volvió a sonar y todos celebraron juntos.
-Definitivamente este ha sido el mejor Día de la Amistad -dijo Azulina, sonriendo ampliamente.
-Así es -concordó Colorida, mirando a su alrededor y viendo la alegría en cada rostro.
Y así, a partir de aquel día, el jardín no solo se convirtió en un lugar donde la amistad florecía, sino que también aprendieron que juntos eran más fuertes, y que el verdadero valor de la amistad estaba en apoyar y ayudar a los demás.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.