El Día de la Celebración Navideña de Amatista



Amatista despertó con el sol brillando a través de su ventana. Hoy era un día especial, ¡la celebración del inicio de la Navidad en su escuela! Ella se levantó rápido, se vistió con su suéter rojo favorito y sus zapatitos brillantes. No podía esperar para ver a su mejor amigo, Chiqui.

"¡Chiqui! ¡No llegues tarde!" - gritó Amatista mientras se ponía su gorra de reno.

Chiqui llegó corriendo. Llevaba una camiseta verde con dibujitos de árboles de Navidad.

"¡Hola, Amatista! Estoy listo para el mejor día de todos" - exclamó, con una gran sonrisa.

Cuando llegaron a la escuela, el patio estaba decorado con luces brillantes y un enorme árbol de Navidad en el centro. Había mesas llenas de comida, desde empanadas hasta galletitas dulces. Los chicos comenzaron a bailar al ritmo de villancicos.

"¡Vamos a bailar!" - dijo Chiqui, tomando la mano de Amatista. Ambos comenzaron a saltar y moverse al ritmo de la música, riendo y disfrutando de cada momento.

Después del baile, la maestra Laura los reunió para explicarles algunas actividades divertidas. Habían preparado juegos en equipo, donde todos podían participar. Amatista y Chiqui se unieron a un grupo que incluía a sus amigos, y juntos se lanzaron a la actividad del día.

"¿Quieren hacer una competencia para ver quién hace la mejor torre de galletitas?" - propuso Chiqui entusiasmado.

"¡Sí! ¡Galletitas y amistad, eso es lo mejor," - dijo Amatista.

Mientras competían, comenzaron a construir una torre altísima. Todos se estaban divirtiendo cuando, de repente, la torre decidió caer.

"¡Oh no!" - gritaron al unísono, mientras las galletitas aterrizaban en el suelo. Pero, en lugar de llorar, empezaron a reír.

"No importa, ¡podemos hacer otra!" - dijo Amatista, limpiándose las lágrimas de risa de su rostro.

Los amigos se animaron unos a otros y decidieron hacer una torre aún más alta. Con cada galletita que ponían, más risas y complicidades surgían. Al final, lograron construir una torre que alcanzó la altura de una caja.

"¡Lo logramos!" - exclamó Chiqui, gritando de alegría.

El resto de la clase se acercó para felicitarlos. Todos estaban tan unidos, celebrando el trabajo en equipo y la diversión que eso significaba.

Después de los juegos, era momento de comer. Amatista y Chiqui se sentaron bajo el gran árbol de Navidad y compartieron una bandeja de galletitas.

"¿Cuál es tu galletita favorita?" - preguntó Chiqui, mientras mordía una de chocolate.

"A mí me gusta la que tiene chispitas de colores" - respondió Amatista, sonriendo "son como pequeños fuegos artificiales en la boca."

"Bueno, ¡tené esta!" - dijo Chiqui, ofreciéndole su galletita. Amatista se sintió muy agradecida por su gesto.

Su amiga Nati se acercó con un plato lleno de golosinas.

"¿Quieren algunas? Son para compartir" - dijo con una gran sonrisa.

Y así, la diversión continuó durante toda la tarde. Los niños bailaron, jugaron y hasta compartieron anécdotas sobre sus propias tradiciones navideñas.

Cuando llegó el momento de despedirse, Chiqui miró a Amatista y le dijo:

"Hoy fue un día increíble. No solo por la celebración, sino por todos los momentos que pasamos juntos."

Amatista sonrió, sintiéndose llena de felicidad.

"Sí, y no olvidemos que, con amigos, cada día puede ser una celebración" - respondió.

Con corazones felices y pancitos aún llenos de dulces, Amatista y Chiqui prometieron que nunca olvidarían aquel día especial y que siempre tendrían tiempo para celebrar la amistad, no solo durante la Navidad, sino en cada día del año.

FIN.

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