El Día de la Empatía

En la escuela Primavera se acercaba el Día de la Empatía, una jornada especial en la que todos los niños debían practicar la empatía y la solidaridad entre ellos. El director, el Sr. González, anunció que se realizaría una actividad en la que cada niño debía elegir a un compañero al azar y escribir una carta expresando cómo se sentía al estar en su lugar. Todos estaban emocionados por participar, excepto Tomás, un niño muy introvertido que, a menudo, se sentía excluido.

El día de la actividad, los niños rápidamente se emparejaron y comenzaron a escribir sus cartas. Tomás, que se sentía un poco nervioso, se acercó a Sofía, una niña tímida que rara vez hablaba con sus compañeros. Sin embargo, la empatía estaba a punto de cambiar la dinámica en la escuela. -Hola, Sofía. ¿Querés ser mi compañera para la actividad de empatía? -le preguntó Tomás con una sonrisa tímida. -Sí, me encantaría -respondió Sofía con ternura, sorprendida de que alguien quiera ser su compañero.

Mientras escribían sus cartas, Sofía le confesó a Tomás lo difícil que le resultaba hablar con los demás y cómo a veces se sentía sola. Tomás, a su vez, le contó a Sofía que muchas veces se sentía excluido y que a veces deseaba que alguien se pusiera en su lugar. Ambos se miraron con complicidad, descubriendo que tenían mucho en común. Terminaron sus cartas, se las intercambiaron y las leyeron en voz alta. Las palabras de empatía y comprensión que expresaban eran conmovedoras.

Después de la actividad, algo increíble sucedió. Los demás niños se acercaron a Tomás y a Sofía para decirles lo conmovidos que estaban por sus cartas y cómo habían abierto sus ojos sobre la importancia de entender los sentimientos de los demás. A partir de ese día, Tomás y Sofía se convirtieron en referentes de empatía en la escuela. Los niños comenzaron a acercarse entre ellos, a mostrar interés genuino por sus compañeros y a ayudarse mutuamente. El Día de la Empatía había dejado una huella imborrable en la escuela Primavera.