El Día de la Galletita
Era una tarde soleada en la casa de la familia Fernández. Sofía, la niña de diez años, había decidido que era el día perfecto para hornear galletitas con su mamá. "¡Mamá, vamos a hacer galletitas!" - gritó emocionada mientras buscaba su delantal rosa en el armario.
María, su mamá, sonrió y respondió. "¡Me parece una excelente idea, Sofía! ¿Qué tal unas galletitas de chocolate?" - Sofía asintió entusiasmada. Entre risas y harina volando, comenzaron a mezclar los ingredientes.
Mientras Sofía batía la mezcla, su pequeño hermano, Lucas, de cinco años, entró en la cocina con su cochecito de juguete. "¿Puedo ayudar?" - preguntó con ojos brillantes.
"Claro, Lucas. Solo puedes jugar cerca, no toques nada caliente, ¿sí?" - le advirtió María. Lucas se quedó observando, pero se distrajo al ver un frasco de colorido líquido en la mesada. Era un producto de limpieza que había dejado su madre olvidado.
Sin que nadie lo notara, Lucas se acercó, abrió el frasco y acercó la boca al borde, pero Sofía lo atrapó a tiempo. "¡Lucas, no! Eso no se puede tomar, es peligroso." - gritó, mientras le quitaba el frasco de la mano.
No obstante, el frasco se cayó al suelo, derramando el líquido por toda la cocina. María, al escuchar el estruendo, salió del comedor alarmada. "¿Qué pasó aquí?" - preguntó.
Sofía, con voz temblorosa, explicó. "El frasco se cayó, mamá. ¡Lucas casi lo toma!" - Al escuchar eso, María rapidamente se agachó y comenzó a limpiar el derrame, mientras Sofía y Lucas se pusieron a un lado.
Sin embargo, al poco tiempo, Lucas comenzó a sentirse mal. "Mamá, no me siento bien..." - dijo con la voz apagada. Su piel se volvió pálida y comenzó a llorar.
María se dio cuenta de que Lucas presentaba signos de intoxicación: su boca estaba seca, tenía náuseas y estaba inquieto. "Voy a buscar ayuda, Sofía. Necesito que llames a papá y le digas que lleve a Lucas al médico. Rápido!" - ordenó mientras trataba de tranquilizar a su hijo.
Sofía asintió y corrió a buscar el teléfono. Mientras tanto, María intentó que Lucas respirara hondo para calmarlo. "Respira, mi amor. Estamos aquí contigo, y todo va a estar bien."
Cuando Sofía volvió, su papá ya estaba de camino. "¡Ya viene, Lucas! ¡Todo va a estar bien!" - dijo mientras abrazaba a su hermano.
Cuando llegó el papá, María y Sofía levantaron a Lucas cuidadosamente y lo llevaron al auto. En la sala de espera del médico, Sofía no podía dejar de pensar en lo que había pasado.
"Mamá, ¿por qué es tan peligroso aquello?" - inquirió.
María se arrodilló frente a ella. "Es una lección muy importante, Sofía. Hay cosas en casa que no son alimentos, pero que pueden verse muy coloridos y atractivos. Siempre debemos tener cuidado y nunca jugar con productos de limpieza o medicamentos."
Después de un rato, cuando Lucas fue revisado por el médico, le dijeron a la familia que estaba bien, solo había tenido una pequeña reacción y necesitaba descansar un poco.
"¡Qué alivio!" - exclamó Sofía. "Prometo que nunca más dejaré que algo así pase. ¡Siempre miraré bien las cosas antes de tocar!" -
Los tres volvieron a casa, mucho más conscientes de la seguridad del hogar. María miró a sus hijos y les dijo: "Siempre hay que estar atentos a lo que hay en casa. Cuidarnos es un trabajo de equipo. ¡Ahora, sigamos con las galletitas!"
Y así, entre risas y elogios de papá por su valentía, la familia hizo las galletitas más ricas del mundo, y aprendieron que estar juntos y cuidarse es lo más importante.
FIN.