El Día de las Culturas en El Pueblo Arcoíris
Era un hermoso día soleado en el Pueblo Arcoíris, un lugar donde las flores de múltiples colores adornaban las calles y los niños jugaban en los parques. Aquella mañana, todos estaban emocionados porque se acercaba el Día de las Culturas, una celebración importante que se llevaría a cabo en la plaza principal. La señora Marta, la maestra del colegio, había preparado algo especial para ese día.
La maestra reunió a sus alumnos en el aula.
"Niños, ¿saben qué día es mañana?" preguntó con una sonrisa.
"¡El Día de las Culturas!" gritaron todos al unísono.
"Exactamente. Y este año, vamos a hacer un desfile de las distintas tradiciones que hay en nuestro pueblo. ¿Quién se quiere sumar?"
Los ojos de los niños brillaron de emoción. Todos querían participar, pero Lucía, una niña tímida que encajaba en el rincón de la clase, se sentía un poco insegura.
"Yo quiero, pero no sé si puedo hacer algo bien," dijo Lucía con voz baja.
"Claro que sí, Lucía. Cada uno de ustedes tiene algo único que compartir. La cultura se trata de eso: de mostrar lo que somos y de lo que venimos," le respondió la señora Marta.
Con esa motivación, los niños comenzaron a preparar sus presentaciones, cada uno mostrando su propia cultura. Juan decidió representar a su familia italiana y pensó en hacer una gran bandera de Italia. Sara, que se inspiró en las tradiciones gauchas de su abuelo, decidió mostrarse con un traje típico de peonesa. Lucía, que tenía raíces de una comunidad indígena, se le ocurrió hacer un origami en forma de símbolo de su cultura y contar una leyenda.
El día del desfile llegó y el pueblo estaba lleno de colores, música y risas. Atrás del escenario, los niños esperaban ansiosos su turno. Llenos de nervios pero también de muchas ganas, se dieron ánimo unos a otros.
"Yo estoy muy nervioso..." dijo Juan.
"¡No te preocupes! Todos estamos juntos en esto," le respondió Sara.
Cuando llegó su turno, Juan, con su bandera en manos, salió al escenario y, a pesar de su nerviosismo, comenzó a hablar sobre la pasta que su abuela hacía. Cuando terminó, el público aplaudió con entusiasmo. Luego fue el turno de Sara, quien, con su bello vestido, mostró algunas danzas tradicionales. El público quedó encantado. Finalmente, llegó el momento de Lucía.
"¡Ahora viene Lucía!" anunció la maestra.
Lucía sintió que su corazón latiendo en su pecho casi se escapaba. Pero en lugar de huir, respiró hondo y subió al escenario. Mientras mostraba su origami, recordó lo que significaba para ella y su familia.
"Este es un símbolo que representa la conexión entre la tierra y la naturaleza, y quiero contarles la leyenda de cómo fue creada mi comunidad..." comenzó.
Mientras hablaba, su voz se fue volviendo más firme y segura. El público la escuchó atentamente, y cuando terminó, estallaron en aplausos. Ella se sintió muy orgullosa; había compartido algo importante sobre su cultura.
Al final del desfile, todos los niños se reunieron y la señora Marta los aplaudió.
"Estoy muy orgullosa de cada uno de ustedes. Hoy hemos aprendido que nuestras culturas son ricas y variadas, y que todas tienen algo hermoso que aportar al mundo," dijo con una gran sonrisa.
Justo en ese momento, el alcalde del pueblo subió al escenario.
"Los felicito, chicos. Cada presentación fue única y hermosa. Me gustaría que el Día de las Culturas se convierta en una tradición Anual aquí. ¿Qué opinan?"
"¡Sí!" gritaron los niños al unísono, saltando de alegría.
Desde aquel día, el Pueblo Arcoíris celebró anualmente el Día de las Culturas, donde cada año, los niños compartían sus tradiciones y aprendían unos de otros. Lucía, que una vez temía hablar en público, encontró su voz y se convirtió en una gran narradora de historias. El pueblo se unió en el amor y el respeto por la diversidad, convirtiéndose en un lugar aún más colorido y amigable.
Y así, el Día de las Culturas no solo celebraba las diferencias, sino que unía a todos los habitantes del Pueblo Arcoíris, transformando sus corazones y llenándolos de orgullo por lo que cada uno era.
Fin.
FIN.