El Día de las Madres en Casa Pérez
Era una mañana brillante en la casa de los Pérez. Martín y su hermana, Lucía, estaban muy emocionados porque se acercaba el Día de las Madres. Tenían un plan especial para hacer sentir a su mamá, Laura, muy querida.
"Lucía, tenemos que hacer algo increíble para mamá", dijo Martín con entusiasmo.
"¡Sí! ¿Pero qué?", respondió Lucía, frunciendo el ceño mientras pensaba.
"Podríamos prepararle un desayuno sorpresa", sugirió Martín.
"¡Genial! Pero tenemos que ser muy cuidadosos", agregó Lucía.
Los niños se pusieron manos a la obra. Buscaron recetas y decidieron hacer panqueques, su desayuno favorito. Mientras Martín medía la harina, Lucía batía los huevos.
"¿Te acordás cuando mamá nos enseñó a hacer panqueques?", preguntó Lucía con una sonrisa.
"Sí, fue divertido. Aunque terminamos llenos de harina", se rió Martín.
Mientras estaban en la cocina, escucharon a su mamá hablando por teléfono.
"...no sé, Juan, creo que a veces no valoramos lo suficiente todo lo que tenemos...", decía Laura.
Los niños, curiosos, se miraron.
"¿Qué estará diciendo?", preguntó Lucía.
"Parece que la está preocupando algo. Debemos hacerla feliz", sugirió Martín.
Decidieron agregar un toque especial a su desayuno: una tarjeta hecha a mano. Lucía dibujó un hermoso árbol con sus manos y Martín escribió unas palabras.
"Te amamos mucho, mamá. Eres la mejor del mundo", leyó Laura cuando vieron la tarjeta.
Cuando todo estuvo listo, los niños prepararon la mesa en el jardín, adornándola con flores del patio. Justo en ese momento, llegó su papá, Javier.
"¿Qué están tramando ahí, pequeños?", preguntó con una sonrisa.
"Es una sorpresa para mamá, shhh…", contestaron en coro, con los dedos en el aire.
"Perfecto, yo me encargaré de que ella no entre en la cocina", dijo Javier con complicidad.
Finalmente, llegó el momento. Laura salió al jardín y se quedó boquiabierta al ver la mesa preparada.
"¡Oh, chicos! No me digan que todo esto es para mí", exclamó, con los ojos brillando de alegría.
"¡Sí, mamá! ¡Feliz Día de las Madres!", gritaron Martín y Lucía al unísono.
Laura se sentó y lo primero que notó fue el aroma de los panqueques.
"¡Huelen divinos!", dijo mientras servía.
"Nos esforzamos mucho", confesó Martín, mientras Lucía le daba una mirada cómplice.
Luego de disfrutar del delicioso desayuno, Laura comenzó a hablar sobre lo que había mencionado en la llamada.
"A veces, estamos tan ocupados que olvidamos apreciar los pequeños momentos juntos", dijo.
"Al igual que el varón del vecino, siempre está ocupado cortando el pasto, pero no disfruta de mirar las nubes como nosotros", comentó Lucía.
Una idea sorprendió a Martín:
"¿Y si hacemos una actividad familiar? Un día solo para nosotros, donde podamos divertirnos y hacer cosas juntos", propuso.
Laura sonrió.
"Me encanta esa idea. ¡Hagamos algo divertido cada mes!", sugerió, emocionada.
"¡Sí! Podríamos ir a la piscina, ir a ver a los abuelos, o picnics en el parque", dijo Lucía, llenándose de ideas.
Así fue como la familia Pérez decidió que, además de celebrar el Día de las Madres, también tendrían una nueva tradición: un día especial al mes donde harían algo en familia. Sin duda, ese Día de las Madres, fue mucho más que un simple festejo. Fue el inicio de un compromiso a valorar los momentos juntos, lo que haría que cada día fuera especial.
La mamá no solo se sintió amada ese día, también se dio cuenta de lo importante que era disfrutar de cada instante con su familia.
"Gracias, chicos. Ustedes son lo mejor que me ha pasado", dijo Laura mientras los abrazaba.
"¡Y no olvides la tarjeta! ¡La hicimos con mucho amor!", recordó Lucía.
El Día de las Madres había sido un éxito rotundo y, aunque Martín y Lucía eran pequeños, supieron que no eran solo los regalos o las sorpresas lo que importaban, sino el amor, el tiempo y la dedicación a aquellos que queremos. Y así, los Pérez aprendieron a siempre valorar cada momento juntos.
FIN.