El día de las sorpresas en el autobús


En la ciudad de Cuenca, Sofía viajaba todos los días en el autobús con su mamá. Sofía tenía cuatro años y le encantaba mirar por la ventana y saludar a todos los pasajeros.

Un día, mientras estaban sentadas, un señor con el cabello largo y rizado subió al autobús y se sentó cerca de ellas. Sofía lo miraba con curiosidad, y el señor le sonrió amablemente. -Hola, ¿cómo te llamas? -preguntó con una sonrisa cálida.

-Soy Sofía -respondió tímidamente la niña. El hombre, llamado Pablo, comenzó a contarle a Sofía sobre sus viajes por el mundo y las cosas emocionantes que había visto. Sofía escuchaba atentamente, fascinada por las historias.

A medida que hablaban, Sofía y Pablo se dieron cuenta de que compartían una pasión por la exploración y la aventura. Pablo le mostró a Sofía fotos de diferentes países y le habló sobre la importancia de aprender sobre nuevas culturas.

Al llegar a su parada, Pablo le regaló a Sofía un pequeño globo terráqueo y le dijo: -Nunca dejes de explorar, Sofía. El mundo es un lugar maravilloso lleno de sorpresas. Sofía asintió emocionada y se despidieron con una sonrisa.

Desde ese día, Sofía miraba su globo terráqueo con anhelo, soñando con los viajes que haría algún día. La amistad con Pablo le enseñó a Sofía la importancia de la curiosidad, la tolerancia y la determinación para descubrir el mundo que la rodea.

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