El día de las voces cambiadas


En una tranquila granja de la provincia de Buenos Aires, sucedió algo extraordinario. Una noche, mientras todos los animales dormían, una estrella fugaz cruzó el cielo y su extraño brillo iluminó la granja. Al despertar, los animales notaron algo inusual: sus voces se habían intercambiado.

El gallo abrió los ojos al amanecer y, en lugar de su característico canto, se escuchó un ladrido. Sorprendido, se dio cuenta de que ahora podía comunicarse como un perro. El perro, por otro lado, maullaba como un gato, y la jirafa, con su largo cuello, cacareaba como una gallina. El caballo, confundido, emitía un sonido entre mugido y relincho.

La noticia se esparció rápidamente por la granja, y todos los animales estaban desconcertados. La situación era un caos, nadie podía comunicarse adecuadamente y cada uno se sentía perdido en su nuevo sonido.

Ante este desafío, los animales decidieron unirse para resolver el problema. Buscaron al viejo búho sabio, conocido por su sabiduría y astucia en la granja. El búho les explicó que solo trabajando juntos y aceptando las diferencias podrían recuperar sus voces originales.

Para lograrlo, organizaron un gran concurso en la granja. Cada animal debía imitar el sonido original de otro, demostrando así su capacidad de adaptación y aprendizaje. El gallo imitó el canto del perro, el perro maulló como un gato, la jirafa emitió un relincho y el caballo produjo un cacareo. Fue una escena hilarante, pero llena de aprendizaje y cooperación.

Finalmente, el concurso llegó a su fin y todos los animales celebraron el gran logro. De repente, la estrella fugaz volvió a surcar el cielo y, con su brillo característico, devolvió a cada animal su voz original.

A partir de ese día, los animales valoraron la importancia de la cooperación, la aceptación de las diferencias y el trabajo en equipo. Nunca más olvidaron que, a pesar de las dificultades, juntos podían superar cualquier desafío.

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