El Día de los Amigos del Bosque
Había una vez en un hermoso bosque, donde los árboles danzaban con el viento y los ríos susurraban secretos, dos animalitos muy especiales: Leo, un pequeño león, y Lila, una adorable conejita. Desde que se conocieron en una alegre mañana de primavera, se hicieron los mejores amigos. Juntos exploraban cada rincón del bosque, jugando al escondite entre las flores y compartiendo dulces zanahorias que Lila recolectaba.
Un día, mientras jugaban, comenzaron a hablar sobre el Día de los Muertos, un día que celebraban en sus familias como una forma de recordar y dar cariño a los que ya no estaban. Leo, curioso, preguntó a Lila:
- ¿Los amigos también pueden celebrar este día?
- ¡Claro que sí! - respondió Lila con energía - Podemos hacer algo especial para recordar a los amigos que ya no están con nosotros.
Decidieron que, en lugar de estar tristes, harían una fiesta en homenaje a sus amigos y seres queridos. Organizaron un gran picnic con todo lo que les gustaba: fresas, nueces y, por supuesto, zanahorias.
Mientras preparaban la fiesta, Lila encontró un viejo álbum de fotos que había guardado su mamá. Al abrirlo, vieron imágenes de sus abuelos y otros amigos que habían sido importantes en su vida.
- ¿Quiénes son todos esos animales? - preguntó Leo, emocionado.
- Esa es mi abuelita, y ese el abuelo de la tortuga, ¡y ahí está el viejo búho! - Lila sonrió mientras mostraba las fotos. - Ellos siempre nos cuidaron y nos enseñaron mucho.
- ¡Vamos a invitarlos a la fiesta! - gritó Leo, con entusiasmo. Pero Lila hizo una pausa y reflexionó:
- Pero… no pueden venir, Leo. Ellos ya no están aquí, en el bosque. Pero podríamos hablar de ellos y recordar lo maravillosos que eran.
- Sí, eso es una gran idea. ¡Así nunca los olvidaremos! - dijo Leo, lleno de energía.
El día de la fiesta llegó, y los dos amigos decoraron el lugar con flores de colores y luces brillantes. Invitaron a todos los animales del bosque a unirse a ellos en la celebración.
- Amiguitos, hoy estamos aquí para celebrar la vida, la amistad y recordar a nuestros seres queridos - comenzó Lila, mirando a los ojos de sus amigos. Leo le siguió:
- Nunca debemos olvidar cómo nos hicieron sentir ni las enseñanzas que nos dejaron. ¡Así que levantemos nuestras copas de agua y hagamos un brindis!
- ¡Por los amigos que siempre llevaremos en nuestros corazones! - gritaron todos en coro y chocaron sus copas.
Mientras compartían historias de sus amigos, risas y recuerdos llenaron el aire. El viejo búho, que siempre había tenido una voz sabia y calmada, se acercó y dijo:
- Nunca olviden, pequeños. Aunque los que amamos ya no estén aquí, su amor y enseñanzas siempre vivirán en nosotros. Cada vez que sonrían o ayuden a alguien, están honrando su memoria.
Leo y Lila miraron al búho, sintiendo la calidez de sus palabras. Luego, todos los animales se unieron en un baile bajo la luz de la luna, sintiéndose, de alguna manera, más junto a aquellos que recordaban.
Cuando la fiesta terminó, Lila se acercó a Leo:
- Fue un día hermoso. Aunque no están aquí físicamente, siento que nuestros amigos siempre estarán con nosotros.
- Sí, Lila. ¡Hicimos una gran celebración! Podemos recordarles cada vez que compartimos una sonrisa o una buena acción. Es como mantener la fogata encendida en nuestros corazones.
Y así, Leo y Lila aprendieron que el amor y la amistad son eternos, y que siempre hay una forma de recordar a aquellos que fueron importantes en nuestras vidas. Aquella noche, se fueron a dormir con una sonrisa en sus rostros, sintiendo que, en sus corazones, jamás estarían solos.
FIN.