El día de los antónimos y la gran sorpresa



Era una mañana soleada en la escuela primaria San Martín. Los niños del 2A estaban sentados en sus pupitres, expectantes, mientras la maestra Clara les hablaba sobre las palabras antónimas.

"Hoy aprenderemos sobre palabras que son opuestas, como ‘caliente’ y ‘frío’, o ‘alto’ y ‘bajo’", explicó la maestra Clara con entusiasmo.

Los chicos estaban atentos, anotando ejemplos en sus cuadernos.

"¿Quién puede darme un ejemplo de una palabra antónima?" - preguntó Clara.

"Yo! Yo!" - dijo Sofía, levantando la mano. "‘feliz’ y ‘triste’."

"Muy bien, Sofía!" - respondió la maestra, sonriendo.

De repente, un golpe en la puerta interrumpió la clase. Todos giraron la cabeza con curiosidad.

"¿Quién será?" - murmuró Lucas, que siempre tenía muchas preguntas.

La maestra Clara fue a abrir la puerta y se encontró con un padre acompañado de su hijo, un niño nuevo llamado Tomás, que parecía un poco nervioso.

"¡Perdón por llegar tarde! Somos Tomás y su papá. Tomás es nuevo en la escuela y no sabía dónde ir!" - dijo el papá un poco apenado.

Claramente, todos los ojos estaban sobre Tomás. La maestra sonrió y le dijo:

"No te preocupes, Tomás. Siempre hay un lugar para ti en nuestra clase. Ven, siéntate aquí adelante."

Tomás se sentó en la silla vacía, sintiéndose un poco más cómodo, pero aún con un leve sonrojo en sus mejillas.

"Estamos aprendiendo sobre palabras antónimas, ¿quieres participar?" - le preguntó la maestra.

Tomás miró a sus nuevos compañeros y respiró hondo.

"¡Sí!" - exclamó con entusiasmo. "Podría decir ‘rápido’ y ‘lento’."

"¡Excelente, Tomás!" - aplaudió Clara, animando a los chicos a aplaudir también. Todos lo miraban con interés.

A medida que avanzaba la clase, Tomás se fue integrando y comenzó a tomar confianza con sus nuevos amigos. La maestra presentó una actividad divertida, donde debían formar pares de palabras antónimas usando tarjetas de colores.

"Haremos un juego en grupos!" - anunció la maestra. "Formen equipos de cuatro y busquen las palabras antónimas que les asignaré. Pero hay una regla: deben elegir un nombre creativo para su equipo."

Los niños comenzaron a murmurar emocionados entre ellos. Tomás fue rápidamente incluido en el grupo de Sofía, Lucas y Carla.

"¡Podemos ser ‘Los Escuderos de los Antónimos’!" - sugirió Lucas, mientras todos asentían con entusiasmo.

El juego estaba en marcha y las risas resonaban por todo el aula. Sin embargo, de repente, a Tomás se le ocurrió una brillante idea.

"¿Qué pasaría si no sólo buscamos antónimos, sino que también hacemos una pequeña obra de teatro usando esas palabras?" - propuso entusiasmado.

Sofía y Carla miraron a Tomás impresionadas.

"¡Eso suena genial!" - dijo Sofía.

"Sí, podemos hacer un pequeño guiño entre ‘luz’ y ‘sombra’", agregó Carla.

Así que, entre carcajadas y entusiasmo, los niños se comenzaron a preparar. Usaron sus sillas y mesas como escenografía y eligieron roles. Cuando llegó el momento de presentar su obra, todos estaban ansiosos por ver lo que su grupo había creado.

Tomás, Sofía y los demás actuaron como si fueran un día soleado con luz brillante, y de repente, uno de ellos se cubría la cabeza con una manta oscura simulando ser una sombra. Todos rieron y aplaudieron.

La maestra Clara, con una sonrisa orgullosa, dijo:

"¡Lo hicieron increíble! Pusieron en práctica lo que aprendimos hoy mientras se divertían!"

Y así, lo que había comenzado como una clase de palabras opuestas, terminó en un espectáculo divertido donde Tomás encontró su lugar en el aula y estableció nuevas amistades.

Cuando terminó la clase, todos empacaron sus cosas con una gran sonrisa en el rostro. Tomás se despide y dijo:

"Gracias a todos por hacerme sentir bienvenido. ¡Hoy fue el mejor primer día de clases que podría haber tenido!"

"¡Volvé mañana, Tomás!" - gritaron todos a coro.

Así, un día que comenzó con un inesperado contratiempo, resultó ser el inicio de nuevas amistades y aprendizajes, todo gracias a la magia de las palabras antónimas y la colaboración de los amigos.

FIN.

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