El día de los colores



Era un hermoso día de primavera cuando Alex y Yelena decidieron salir a jugar al parque. El sol brillaba intensamente y los pájaros cantaban en los árboles. La combinación de colores en el cielo y las flores les dio una idea especial.

"¡Vamos a hacer algo divertido con todos estos colores!" - dijo Alex con una sonrisa.

"¡Sí! ¿Qué tal pintamos un mural en la pared del parque?" - sugirió Yelena, emocionada.

Los dos amigos corrieron a casa a buscar pintura, pinceles y todo lo que necesitarían. Cuando regresaron al parque, se encontraron con que la pared estaba cubierta de graffitis grisáceos y tristes.

"¡Qué lugar tan aburrido!" - se quejó Alex.

"Podemos hacerlo brillar con nuestra creatividad. ¡Vamos a llenar esto de colores!" - animó Yelena.

Comenzaron a pintar franjas de colores vibrantes. Rojo, azul, amarillo, verde; cada trazo traía risas y alegría. Mientras pintaban, algunos niños del vecindario se acercaron curiosos.

"¿Puedo ayudar?" - preguntó un niño tímido.

"¡Claro! Cuantos más, mejor!" - respondió Yelena, sonriendo.

Pronto, el grupo de niños se volvió un montón feliz de artistas. Cada uno aportaba sus ideas. Un niño dibujó una gran mariposa amarilla, una niña agregó un sol sonriente, y así, pieza por pieza, el mural empezaba a transformarse.

Sin embargo, en medio de la diversión, un grupo de adolescentes llegó al parque y se reía de ellos.

"¿Qué hacen aquí con esos colores? ¡Es una tontería!" - burlo uno de ellos.

Los niños se sintieron un poco avergonzados, y la risa se apagó como una vela en una tormenta.

"No deben dejarlos desanimarles. A veces, la gente no entiende la magia de los colores!" - dijo Alex con seguridad.

"Sí, ¡hay que seguir adelante!" - añadió Yelena, mirando a los demás.

Con renovado entusiasmo, decidieron que en lugar de rendirse, usarían los colores para mostrarse a sí mismos y al mundo que la creatividad es lo que hace a un lugar especial.

Así que, unieron su energía, y el mural fue cobrando vida. Las estrellas, las flores, puntos y rayas se multiplicaron en su magia. Cada niño se sentía orgulloso de lo que estaba creando.

Cuando terminaron, se alejaron un poco para admirar su trabajo. "¡Mirad esto! ¡Es un arcoíris de alegría y amistad!" - exclamó Yelena.

"Y todo gracias a que no nos dejamos llevar por la opinión de algunos. ¡Esto es lo que somos!" - agregó Alex.

El grupo de niños sonrió y aplaudió, se sentían felices. Entonces, los adolescentes que antes se burlaban se acercaron nuevamente.

"Oye, esto es... diferente. No pensé que podías hacer algo así. ¿Puedo pintar algo también?" - preguntó uno de ellos con voz tímida.

Los niños se miraron entre sí y sonrieron.

"¡Claro! Cuantos más colores, más hermoso se verá!" - dijo Yelena, extendiendo un pincel al nuevo amigo.

Rápidamente, todos se unieron al mural. Alex y Yelena, felices de ver que la creatividad podía unir a los demás, también se dieron cuenta de algo importante; no importa de dónde venimos, al final todos tenemos algo en común: el deseo de crear y compartir.

Después de un largo día de risas y pintura, el mural estaba terminado. Era un símbolo de amistad y colaboración.

"Hoy hicimos algo más que un mural. Creamos un arcoíris de unidad en nuestro parque" - afirmó Alex, lleno de orgullo.

"Así es, ¡los colores están en todo lo que hacemos!" - concluyó Yelena.

Bajo la luz del sol, los nuevos amigos se sentaron frente a su obra, disfrutando de los resultados. Y desde ese día, el parque nunca volvió a ser el mismo, y siempre sería un lugar lleno de colores, sonrisas y sobre todo, amistad.

FIN.

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