El día de los murales tempestuosos


En el colegio Sallacucho del distrito Puerto Acosta, se organizó un día especial para embellecer las paredes grises con coloridos murales. Los estudiantes estaban emocionados por plasmar sus ideas en las paredes del colegio, pero justo cuando empezaron a pintar, una tempestuosa tormenta descargó su furia sobre el pueblo. El viento soplaba con fuerza, las gotas de lluvia caían en ráfagas y el trueno retumbaba en el cielo.

Los niños se miraron con preocupación, ¿cómo podrían seguir pintando con semejante clima? Pero la directora, la valiente y decidida señora Marta, dio un paso al frente. Levantó su voz por sobre el estruendo de la tormenta y dijo: "¡Vamos chicos, no dejemos que la lluvia y el viento nos detengan!". Los niños la miraron con determinación y asintieron.

Armados con sus pinceles y pinturas, se aferraron a los andamios y comenzaron a pintar con más fuerza que nunca. Las pinceladas de colores brillaban entre los relámpagos, y los trazos de sus manos creativas desafiaban al vendaval. A medida que trabajaban juntos, se dieron cuenta de que la tormenta no podía detener su arte y su determinación.

Poco a poco, los murales cobraron vida. Los elementos de la naturaleza que la tormenta traía consigo se mezclaron con los trazos de los niños y crearon escenas mágicas en las paredes. Una pareja de tigres bailando bajo la lluvia, un sol radiante luchando por abrirse paso entre las nubes oscuras, y árboles bailando al compás del viento furioso.

Cuando la tormenta finalmente se disipó, los murales brillaban con el resplandor de la creatividad y la valentía de los pequeños artistas. La comunidad quedó asombrada al ver cómo los niños habían convertido un día tempestuoso en una obra de arte inspiradora.

Desde ese día, los murales del colegio Sallacucho sirvieron como un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, la creatividad, el trabajo en equipo y la determinación pueden vencer cualquier tormenta.

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