El día de los proyectos de Linty


Había una vez una pequeña lagartija llamada Linty. Vivía en un hermoso jardín lleno de flores y plantas exuberantes. Aunque era muy pequeña, Linty tenía grandes sueños y siempre estaba dispuesta a trabajar arduamente para alcanzarlos.

Un día, el profesor de la escuela de Linty le asignó seis proyectos importantes que debían entregarse al día siguiente. La lagartija se puso muy nerviosa y preocupada, ya que no sabía si podría terminarlos a tiempo.

Linty decidió comenzar con el primer proyecto: construir un puente de palitos de helado. Trabajó incansablemente, pegando uno tras otro los palitos hasta formar un hermoso puente colorido.

Pero cuando lo terminó y fue a reagarrarlo para guardarlo en su mochila, ¡se dio cuenta de que era demasiado grande! No cabría en su mochila. Desesperada por encontrar una solución, Linty decidió pedir ayuda a sus amigos del jardín. Se acercó a Leo el león y le explicó su problema.

Leo pensó durante unos segundos y luego sugirió: "¡Podemos desarmarlo en diferentes partes más pequeñas! Así podrás llevarlo contigo". Linty siguió el consejo de Leo y logró resolver ese obstáculo.

Con mucho ánimo renovado, pasaron las horas y Linty trabajaba sin descanso en los siguientes proyectos: escribir un cuento sobre mariposas, dibujar un paisaje del jardín e investigar sobre las abejas melíferas. Mientras tanto, sus amigos también estaban ocupados.

Linty encontró a Lucas el lobo, quien estaba construyendo una caja de cartón para guardar sus juguetes. Linty le preguntó si podía ayudarla a hacer una maqueta del jardín para su proyecto de dibujo. Lucas aceptó encantado y juntos lograron terminar la maqueta en poco tiempo.

Cuando llegó la hora de entregar los proyectos, Linty se dio cuenta de que solo le faltaba uno por completar: un experimento científico sobre cómo las plantas crecen con diferentes tipos de agua.

Pero ya era muy tarde y todas las tiendas estaban cerradas. Desesperada nuevamente, Linty decidió ir a hablar con el dueño del mercado del barrio.

Le explicó su situación y, aunque al principio parecía reacio, finalmente accedió a abrirle la puerta para que ella pudiera comprar lo que necesitaba. Con todos sus proyectos completos, Linty corrió hacia la escuela justo a tiempo para entregarlos antes de que sonara la campana.

El profesor quedó sorprendido por el esfuerzo y dedicación que había puesto en cada uno de ellos. Linty aprendió una gran lección ese día: nunca subestimes tu capacidad para superar obstáculos y siempre busca ayuda cuando lo necesites. A veces no podemos hacerlo todo solos, pero con el apoyo adecuado podemos lograr cosas maravillosas.

Desde aquel día, Linty siguió trabajando duro en cada desafío que se presentaba en su vida. Y aunque algunas veces tuvo dificultades, siempre recordaba que tenía amigos dispuestos a ayudarla cuando más los necesitaba.

Y así, Linty la lagartija se convirtió en una inspiración para todos los habitantes del jardín, demostrando que con perseverancia y ayuda de los demás, cualquier meta puede ser alcanzada.

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