El Día de Mario



Era un hermoso día soleado y Mario, un nene de cinco años con una sonrisa radiante, se preparaba para ir al cole. Se puso su mochila con dibujos de coches y se miró al espejo, ajustando su gorra azul. ¡Hoy era un día especial!"Hoy voy a trabajar solito en mi mesa", pensó emocionado. "¡Buen día, mamita!" - saludó a su mamá mientras bajaba las escaleras.

Su mamá le devolvió la sonrisa. "Buen día, Mario. ¿Listo para tu día en el cole?" - le preguntó. "Sí, sí, sí!" - respondió él, saltando de alegría. Pero en el fondo, Mario estaba un poco nervioso. Era la primera vez que su maestra lo dejaba trabajar en su mesa, solo, sin ayuda.

Cuando Mario llegó al cole, saludó a sus amigos. "¡Hola, Lucas!" - dijo. "¡Hola, Mario! ¿Hoy vas a trabajar solito?" - le preguntó Lucas. "Sí, sí! Y no te voy a necesitar" - afirmó Mario, tratando de parecer súper valiente.

Poco después, la maestra, la señorita Carla, repartió las hojas de actividades. Todo el mundo estaba emocionado. "Hoy van a hacer un dibujo de su animal favorito y cada uno lo va a colorear sólo. ¡Quiero ver qué tan creativos pueden ser!" - anunció la señorita Carla. Todos comenzaron a trabajar.

Mario eligió dibujar un elefante. Sin embargo, mientras coloreaba, se dio cuenta de que no lograba que su elefante se viera como él quería. "Mmm, ¿y si lo pinto de rosa?" - pensó, pero tenía miedo de que se rieran de él. Miró de reojo a Lucas, que ya había dibujado un perro muy lindo. "Tal vez debería hacer un perro, así no me equivocaría..." - dudó Mario.

Mientras tanto, la señorita Carla caminaba por el aula y vio a Mario en plena confusión. "¿Todo bien, Mario?" - le preguntó con una sonrisa. Mario, un poco apenado, le respondió. "No sé si pintar el elefante de rosa es buena idea... me da miedo." - La maestra se agachó a su lado. "Mario, cada uno es libre de ser creativo. Si a vos te gusta que el elefante sea rosa, ¡pintalo así! A veces, las ideas diferentes hacen que el mundo sea más interesante." -

Las palabras de la señorita Carla le dieron valor a Mario. "Sí! ¡Voy a pintarlo de rosa!" - exclamó emocionado, y comenzó a colorear con todas sus ganas. Pronto, el aula se llenó de risas y colores. Quería mostrarle a todos su hermoso elefante.

Al finalizar el tiempo, la maestra pidió a cada uno que enseñara su dibujo. Lucas mostró su perro. "¡Mirá, es de colores!" - dijo orgulloso. Mario, sintiendo un cosquilleo en el estómago, mostró su elefante rosa. "¡Este es mi elefante!" - dijo, esperando alguna reacción.

Hubo un silencio por un momento, pero luego Lucas sonrió. "¡Amo tu elefante! Es el más divertido!" - Y otro niño gritó "¡Yo quiero uno así!" - Mario se sintió aliviado y feliz. "Gracias, chicos!" - respondió, mientras su corazón se llenaba de alegría.

La señorita Carla aplaudió. "¡Muy bien hechos, chicos! Mario, me encantó tu valentía para mostrar tu idea. Eso es lo que hace falta: ser uno mismo y no tener miedo de ser diferente. ¡Lo hiciste genial!" - exclamó, y Mario se sonrojó, pero estaba re feliz.

Al final del día, cuando llegó a casa, su mamá lo esperó con una gran sonrisa. "¿Cómo te fue, amor?" - le preguntó. "¡Fantástico, mamá! Pinté un elefante rosa y a todos les gustó! ¡Fue divertido!" - respondió Mario emocionado, saltando de alegría. Su mamá lo abrazó y le dijo que estaba muy orgullosa de él.

Mario aprendió que ser creativo y original era lo más importante. Desde ese día, nunca más tuvo miedo de mostrar sus ideas, y siempre recordaba que la verdadera diversión estaba en ser él mismo.

FIN.

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