El día de pesca en el río Uruguay



Había una vez un niño llamado Mateo, que vivía en las afueras de Concordia, Argentina. Mateo siempre veía a su padre llegar a casa exhausto después de un largo día de trabajo en el campo. Un día, decidió que quería pasar más tiempo con su padre, así que le propuso ir juntos a pescar al río Uruguay.

Emocionado, Mateo preparó su caña de pescar mientras su padre cargaba el equipo en la vieja camioneta. El sol apenas asomaba por el horizonte cuando partieron hacia el río.

Al llegar, se adentraron en la orilla del río, donde el agua estaba tranquila y cristalina. "Papá, ¿cómo se pesca en el río?" preguntó Mateo, emocionado por aprender. Su padre le explicó pacientemente cómo armar el anzuelo, cebarlo con carnada y lanzarlo al agua. Pasaron las horas, y aunque Mateo no lograba pescar nada, no se desanimaba.

De repente, su caña de pescar se dobló, y Mateo comenzó a dar vueltas en círculos, luchando con todas sus fuerzas. Al cabo de un rato, sacó del agua un hermoso pez dorado. "¡Lo lograste, hijo!" exclamó su padre, mientras le daba un fuerte abrazo. Mateo estaba radiante de felicidad, sintiéndose orgulloso de su logro.

Mientras compartían el almuerzo que habían llevado, Mateo preguntó a su padre por qué no habían pescado nada durante tanto tiempo. Su padre le explicó que la paciencia es una de las cualidades más importantes para pescar, y que a veces hay que esperar mucho para obtener el premio.

Al final del día, con el sol cayendo lentamente, Mateo y su padre recogieron sus cosas y emprendieron el regreso a casa. Mateo sabía que esa aventura de pesca había sido más que solo pescar; había sido un día para conectar con su padre, aprender sobre la paciencia y celebrar los pequeños logros.

Desde ese día, Mateo siempre recordaría con cariño su día de pesca en el río Uruguay, y cada vez que miraba su trofeo dorado, recordaba que la paciencia y la perseverancia son clave para lograr lo que queremos en la vida.

FIN.

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