El Día del Diente Valiente
Una soleada tarde en el barrio, Duvan y Gladis estaban listos para jugar en el patio. Duvan, siempre con su energía inagotable, le propuso a Gladis un juego de tira y afloja.
"-¡Vamos a jugar!" -exclamó Duvan con una sonrisa.
"-Sí, me encanta!" -respondió Gladis, entusiasmada, mientras agarraba una cobija que usaban para sus juegos de aventuras. Pensando que era una gran idea, Gladis decidió que la cobija sería la mejor arma para jugar. Se la metió en la boca, como un pequeño tigre listo para la batalla.
Duvan se agachó y, mientras tiraba de un extremo de la cobija, Gladis hizo lo mismo del otro. Pero, en medio de la fuerza del juego, Gladis soltó un grito.
"-¡Ay!" -dijo, mientras un diente se caía y rodaba alegremente por el suelo.
Sin embargo, en lugar de llorar, Gladis miró a Duvan y sonrió.
"-¡Mirá, Duvan! Me caíó un diente. ¡Soy una niña diente-valiente!"
Duvan, un poco preocupado, se acercó rápidamente.
"-No quería que eso pasara, Gladis. Lo siento mucho. ¡Eso no estaba en el plan de juego!"
"-No pasa nada, pero tengo una idea. ¿Qué tal si hacemos una competencia de sonrisas sin un diente?" -dijo Gladis, llena de determinación.
Duvan, aliviado de ver a su amiga tan valiente, aceptó. Se pusieron uno enfrente del otro y comenzaron a hacer caras graciosas. Rieron a carcajadas mientras mostraban sus sonrisas divertidas.
"-Mirá, soy un monstruo sonriente!" -dijo Duvan, abriendo mucho la boca.
"-¡Y yo soy un dinosaurio!" -gritó Gladis mientras movía los brazos.
Mientras jugaban, se dieron cuenta de que la pérdida del diente no era un fin del mundo. Era una oportunidad para mostrarse el apoyo y la amistad.
"-Deberíamos hacer una fiesta de dientes valientes. Cada vez que alguien pierda un diente, hacemos una celebración!" -propuso Duvan.
"-¡Eso es genial! Podemos invitar a todos los chicos del barrio. Vamos a usar disfraces de monstruos y dinosaurios!" -exclamó Gladis, cada vez más emocionada.
Al poco tiempo, la idea de la fiesta se hizo realidad. Duvan y Gladis invitaron a todos y organizaron juegos, risas y un concurso de caramelos, donde cada uno mostraba sus sonrisas únicas. Todos estaban con disfraces, desde caballeros hasta princesas, y los dientes perdidos eran el centro de la alegría.
Los padres también se unieron y compartieron historias sobre sus propios dientes perdidos, creando un ambiente festivo donde todos se sentían incluidos y valorados. La fiesta fue un éxito.
Cuando la fiesta terminó, Duvan y Gladis se dieron cuenta de que la amistad era más grande que cualquier pequeño golpe o accidente.
"-Gracias por ser tan valiente, Gladis. Aprendí que siempre podemos encontrar una forma de ver lo bueno, incluso en lo inesperado" -dijo Duvan mientras paseaban juntos por el barrio.
"-Y gracias a vos, Duvan. Juntos somos un gran equipo de sonrisas, con o sin dientes!" -respondió Gladis.
Desde entonces, cada vez que uno de ellos perdía un diente, lo celebraban como un momento especial. Creamos así una tradición que duraría para siempre, recordando que la verdadera aventura está en cada sonrisa compartida.
FIN.