El día del helado


Había una vez un perro llamado Pompón. Pompón era un perrito muy alegre y juguetón que vivía en un hermoso parque lleno de árboles, flores y mucha naturaleza. Un día, Pompón decidió que quería probar un helado, así que se puso su correa y le hizo una señal a su dueño para que lo llevase a la heladería más cercana.

En la heladería, Pompón dio saltitos de emoción al ver todos los sabores y colores de los helados. -¡Guau, guau! ¿Qué rico helado puedo probar hoy? -preguntó Pompón con emoción. El amable heladero le sonrió y le mostró todos los helados disponibles. Pompón se decidió por un delicioso helado de crema de vainilla con trocitos de galleta.

Pompón dio un lametazo a su helado y su rostro se iluminó de felicidad al probar el dulce sabor. -¡Uau, uau! ¡Está riquísimo! -exclamó Pompón con entusiasmo. Su lengua rosada se puso toda del color del helado, haciendo reír a todos los presentes.

Mientras Pompón disfrutaba de su helado, vio a un pajarito triste en una rama del árbol cercano. El pajarito había perdido su nido y no tenía donde cobijarse. Pompón decidió que debía hacer algo al respecto. -¡Guau, guau! ¡No llores, pajarito! Voy a ayudarte a encontrar un nuevo hogar, no te preocupes -dijo Pompón con determinación.

Pompón buscó por todo el parque, hasta que finalmente encontró un lugar seguro y protegido para el pajarito. El pajarito le dio las gracias a Pompón con trinos alegres y Pompón sintió que su corazón se llenaba de satisfacción al ayudar a un amigo.

Al terminar su buena acción, Pompón continuó disfrutando de su helado, sintiéndose muy feliz y satisfecho. Nunca olvidaría ese día en el que probó su primer helado y ayudó a un amiguito en apuros.

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