El Día en el que Giselle Conoció a Emilia Mernes y Cantó con Ella
Era un día soleado en Mar del Plata, y Giselle, una niña de diez años con una voz hermosa y un corazón lleno de sueños, tenía una ilusión muy especial: conocer a su cantante favorita, Emilia Mernes. Desde que escuchó su primera canción, Giselle se había dedicado a practicar y cantar en su habitación, soñando con ser una gran artista algún día.
Esa mañana, su mamá le había contado que Emilia iba a hacer un concierto en el centro cultural del barrio. Giselle no podía contener su emoción. Decidió que ese era el día perfecto para hacer algo increíble.
Mientras se preparaba, Giselle miraba por la ventana, imaginando cómo sería conocer a Emilia.
- “¿Te gustaría que cantemos juntas? ” - le murmuró a su reflejo en el espejo, haciendo un gesto como si sostenía un micrófono.
Una vez en el centro cultural, la emoción la envolvió. La gente comenzaba a llegar y la música se sentía en el aire. Giselle miraba con atención, sin perderse ningún detalle. Finalmente, el momento tan esperado llegó. Emilia apareció en el escenario, llena de energía, recibiendo el aplauso de todos.
- “¡Hola, Mar del Plata! ¡Estoy muy feliz de estar aquí! ” - gritó Emilia, mientras el público la vitoreaba.
Giselle sintió que su corazón latía fuerte. No solo era una artista talentosa, sino también una fuente de inspiración. La música comenzó a sonar y Giselle se perdió en la melodía, cantando en voz baja, moviendo la cabeza al ritmo.
De repente, durante el intermedio, Emilia notó a Giselle en la multitud. La niña tenía una sonrisa radiante y, a pesar de su timidez, su expresión hablaba de su amor por la música.
- “Hey, ¿tú! Ven aquí, ¿te gustaría subir al escenario y cantar algo conmigo? ” - llamó Emilia, señalando a Giselle.
Giselle no podía creer lo que estaba escuchando. Era como un sueño hecho realidad.
- “¿Yo? ¿De verdad? ” - respondió, con la esperanza brillando en sus ojos.
- “¡Claro! Ven, no te quedes ahí parada. ¡Vamos a cantar juntas! ” - dijo Emilia, invitándola con una sonrisa.
Giselle subió temblando de emoción. Cuando llegó al escenario, miró al público, que la aplaudía emocionado. Emilia tomó su mano y le dijo:
- “No tengas miedo, cantemos juntas. Aquí estamos para divertirnos.”
Comenzaron a cantar una canción que Giselle conocía de memoria. Su voz se unió a la de Emilia, y, por un momento, todo en el mundo se detuvo. Era como si solo existieran ellas dos, sumergidas en la música. La alegría que sentía era indescriptible.
Luego de terminar, el público estalló en aplausos.
- “¡Eres increíble, Giselle! ” - dijo Emilia abrazándola.
Giselle sonrió de oreja a oreja, sintiendo que había logrado lo imposible. A partir de ese día, Giselle no solo siguió cantando en su habitación; comenzó a escribir sus propias canciones. Inspirada por su encuentro con Emilia, decidió convertir sus sueños en realidad.
- “Si ella pudo, yo también puedo” - pensó.
Con el tiempo, Giselle formó una banda con sus amigos en la escuela, donde todos se apoyaban mutuamente. Juntos, organizaban pequeños shows, donde hacían reír y bailar a toda su familia. Siempre que podía, Giselle volvía a recordar aquel día especial y lo compartía con sus amigos.
- “Nunca dejen de perseguir sus sueños. ¡La música es magia! ” - les decía.
Así, Giselle aprendió que la felicidad estaba en disfrutar lo que hacía y compartir su amor por la música con los demás. Con el tiempo, se volvió una gran artista, pero siempre recordaría el día en que cantó con Emilia Mernes, el recuerdo que le enseñó que los sueños pueden hacerse realidad si uno cree en ellos y trabaja duro. Y así, la música siguió sonando en sus vidas, resonando entre risas, canciones y momentos inolvidables. En cada acorde, en cada letra, la historia de Giselle inspiraba a otros, convirtiendo sus sueños en una hermosa melodía que nunca se detendría.
FIN.