El día en que Ana descubrió el juego de Sofía
Era una mañana radiante en el barrio de Ana y Sofía. Todos los niños estaban afuera, disfrutando del sol. Ana estaba en su habitación, mirando por la ventana, reacia a salir. Sofía, su mejor amiga, siempre tenía ideas para jugar, pero a Ana no siempre le gustaban.
-Ana, ¿salís a jugar? -preguntó Sofía, con una gran sonrisa y su pelo ondeando al viento.
-No sé, Sofía, no me gusta mucho lo que querías hacer la última vez.
-¿Pero qué fue lo que no te gustó? -preguntó Sofía, curiosa.
-Bueno, no me gusta jugar a ser piratas. ¡Todo el rato corriendo y gritando! -se quejó Ana.
Pero Sofía no se desanimó. Ella pensaba que al menos deberían intentar un nuevo juego.
-Venite a ver lo que tengo preparado hoy. Es algo diferente, te va a encantar -dijo Sofía, moviendo su mano enérgicamente.
Ana dudó. A pesar de no estar interesada en la idea de Sofía, su curiosidad la llevó a salir de su casa.
Llegaron a la plaza del barrio, donde Sofía tenía un gran lienzo blanco, un montón de pinceles y pintura de colores brillantes.
-¡Sorpresa! Hoy vamos a pintar un mural -exclamó Sofía, con los ojos brillantes.
-¿Pintar? -repitió Ana, sorprendida-. Eso suena divertido... pero, ¿y si no sé pintar bien?
-No te preocupes. ¡Lo importante es que lo disfrutemos! -respondió Sofía con entusiasmo-. Vamos a hacerlo juntas.
Las dos se pusieron a trabajar. Ana comenzó a soltar su creatividad mientras mezclaba colores. Risas y música se mezclaron con el ruido de los pinceles sobre el lienzo.
-¡Mirá este sol que dibujé! -dijo Ana, señalando su creación con orgullo.
-¡Es hermoso! Pero... creo que falta un poco de azul por ahí -sugirió Sofía.
Ana se sintió un poco insegura pero, al ver la alegría en la cara de Sofía, decidió aceptar la propuesta.
-Juntas, podemos hacer que se vea increíble -dijo Ana, sintiendo una chispa de entusiasmo.
Mientras pintaban, otros niños se acercaron curiosos. Uno de ellos se animó a participar y, pronto, más niños se unieron, creando una verdadera obra de arte colectiva.
-Esto es genial, Sofía! -dijo Ana, riendo-. No sabía que hacer arte podría ser tan divertido.
-¿Ves? A veces hay que salir de la zona de confort para descubrir cosas nuevas -respondió Sofía, con una sonrisa satisfecha.
Finalmente, el mural estaba completo, y todos los niños se sentaron alrededor admirándolo.
-Ana, mirá lo que hicimos. ¡Es increíble! -dijo Sofía, llena de emoción.
-Sí, ¡somos un gran equipo! -respondió Ana, sintiendo una inmensa alegría por lo que habían logrado juntas.
Desde ese día, Ana aprendió que a veces las ideas de amigos pueden llevarte a experiencias maravillosas. Aunque a veces no todo suene atractivo al principio, cuando se tiene una mente abierta, se pueden encontrar tesoros escondidos en cada actividad, incluso si no son las favoritas de uno.
Así que, de ahora en adelante, Ana decidió intentarlo todo, porque nunca se sabe qué sorpresas agradables pueden surgir de un juego que, a simple vista, podría no parecer el indicado.
FIN.