El día en que el Monstruo Rojo visitó la Ciudad
Había una vez una niña llamada Sofía, a quien le encantaba el color rojo. Su habitación estaba llena de juguetes rojos, su ropa era mayormente roja, e incluso su almuerzo consistía en los alimentos más rojos que podía encontrar. Un día, Sofía comió tantas cosas rojas que, al día siguiente, se sorprendió al descubrir que su caquita era de color rojo brillante.
Al ver su hazaña, Sofía se dio cuenta de que algo extraordinario estaba por suceder. Al día siguiente, algo increíble sucedió: su caquita roja cobró vida y se convirtió en un monstruo amistoso, pero hambriento. El monstruo rápidamente devoró todo lo rojo que encontró a su paso: manzanas, fresas, tomates, e incluso el camión de bomberos de la ciudad. Sofía se quedó asombrada, sin saber qué hacer.
Asustada por las travesuras del monstruo, Sofía decidió hablar con él. -“¡Monstruo, no puedes comer todo lo rojo de la ciudad! Dejarías a todos sin alimentos y sin sus cosas favoritas”. El monstruo miró a Sofía con ojos tristes y explicó: -“Lo siento, pero cuando nací, mi único deseo era comer cosas rojas. No sabía que lastimaría a los demás. ¿Hay algo que pueda hacer para arreglarlo? ”.
Entonces, a Sofía se le ocurrió una idea brillante. Decidieron juntos plantar un jardín lleno de alimentos rojos para que el monstruo pudiera comer sin lastimar a nadie. Trabajaron duro preparando la tierra, sembrando semillas y cuidando las plantitas. Con el tiempo, el jardín produjo deliciosas fresas, tomates maduros y manzanas suculentas, que satisfacían el apetito del monstruo.
La noticia de la transformación del monstruo se extendió rápidamente por la ciudad, y la gente empezó a visitar el jardín para ver al monstruo amigable que una vez había sido problemático. Pronto, la ciudad entera colaboraba para mantener el jardín en buen estado y alimentar al monstruo feliz.
Sofía aprendió que, a veces, nuestras acciones pueden tener efectos inesperados en los demás, pero que siempre hay una solución si trabajamos juntos. Y el monstruo aprendió que, aunque todos tenemos deseos y necesidades, es importante considerar cómo nuestras decisiones afectarán a los demás. Desde entonces, el monstruo rojo y Sofía se convirtieron en los guardianes del jardín, ayudando a cultivar la amistad y la responsabilidad en toda la ciudad.
FIN.