El día en que el sol decidió ir a vivir al suelo
Había una vez en un pequeño pueblo al pie de una colina, donde el sol brillaba todos los días con su cálido resplandor.
El sol vivía en el cielo, iluminando y calentando la tierra, pero un día se sintió curioso y decidió explorar un lugar diferente. Descendió lentamente hasta el suelo, transformándose en una pequeña esfera brillante. Al llegar al suelo, descubrió la belleza de las plantas, los árboles, las flores y los animalitos que caminaban por allí.
El sol se maravilló con la vida que había en la tierra y decidió quedarse allí por un tiempo. - ¿Qué haces aquí, brillante sol? - preguntó un árbol curioso.
- Me cansé de estar siempre en el cielo, quería vivir un momento en la tierra y ver la vida desde otro ángulo - respondió el sol, radiante. El árbol, asombrado, le dio la bienvenida y le enseñó todos los secretos del suelo y las plantas.
El sol aprendió a cuidar de las flores, a regar los campos y a bailar con la brisa. Sin embargo, pronto comenzaron a suceder cosas extrañas en el pueblo. La gente se quejaba de que no podían ver nada y las plantas se marchitaban.
El sol no entendía qué ocurría, hasta que el árbol le explicó que su luz era tan intensa que causaba problemas a los habitantes y las plantas.
El sol se entristeció al darse cuenta de que su brillo no siempre era benéfico para todos. Decidió volver al cielo, pero esta vez con una lección aprendida. A partir de ese día, el sol moderó su brillo, cuidando de no ser tan intenso y dañino.
Volvió a brillar en el cielo, iluminando la tierra de manera más suave y amorosa. El pueblo volvió a florecer y la gente agradecida aprendió a valorar la luz del sol de una manera completamente nueva.
FIN.