El día en que GiSE se volvió a ser traba y le gustaron Dantes
En un pequeño pueblo donde la magia y la diversión nunca faltaban, había una niña llamada GiSE. Ella era conocida por su increíble habilidad para resolver problemas y su gran energía para hacer felices a sus amigos. Pero un día, algo extraño sucedió: GiSE se volvió a ser traba.
Esa mañana, mientras estaba en la escuela, le dijo a su maestra, la Sra. López:
"¡Buenos días, Sra. López! Hoy quiero jugar con todos mis amigos en el recreo."
"¡Qué lindo, GiSE! ¿Qué juegos tenías en mente?"
Sin embargo, cuando el timbre sonó y los chicos salieron al patio, GiSE sintió una extraña tensión en su pecho. No pudo moverse como siempre.
"Ay, no puedo, me siento un poco traba hoy. No puedo jugar a nada..."
"Pero, ¿por qué, GiSE?" preguntó su amigo Tomás, mirándola preocupado.
En ese momento, algo curioso sucedió. Pasaron cerca de un grupo de chicos que estaban jugando a imitar a sus personajes favoritos de dibujos animados. Se dieron cuenta de que uno de ellos, que recién había llegado al pueblo, era un experto en Dantes. GiSE observaba con mucha atención.
"¡Qué divertido! Me gustan los Dantes, pero... no sé si podré unirme a jugar si sigo siendo traba." Pensó la niña, sintiendo que esa era la última oportunidad de divertirse.
Decidida a no dejar pasar la oportunidad, fue hasta el grupo y con una sonrisita dijo:
"Hola, ¿puedo jugar con ustedes? Aunque soy traba, puedo intentarlo!"
"¡Claro que sí! Todo el mundo puede unirse. Lo importante es divertirse!"
Con esas palabras, GiSE sintió que comenzaba a soltarse. Se puso a jugar con los demás y aunque al principio salió un poco torpe, se reía y disfrutaba.
"¡Mirá! Así se hace, un pasito a la vez. Si te caes, te levantas y sigues jugando", le decía un chico que se hacía llamar Dante, justo como los personajes que estaban imitando.
"¿Vos te llamás Dante?" preguntó curiosa GiSE.
"Sí, tal como mis héroes favoritos. Ellos siempre son fuertes y valientes. Vos también podés serlo siempre que intentes, GiSE."
Las palabras de Dante resonaron en su corazón y, poco a poco, fue dejando de ser traba. Con cada movimiento, cada risa y cada juego, GiSE se sintió más libre.
Al finalizar el recreo, se despidió de todos. Sin embargo, su corazón latía de emoción y un poco de nervios:
"Gracias, chicos. ¡Hoy aprendí que todos pasamos por días traba, y que eso está bien! No tengo que tener miedo a mostrarme como soy."
A partir de ese día, GiSE no solo se unió a cada juego en el recreo, sino que también se volvió la líder de sus amigos, organizando increíbles aventuras. Juntos aprendían que a veces los días traba traen sorpresas y buenos momentos.
Y así, el pueblo vio cómo una pequeña niña, a la que a todos le gustaban sus ideas brillantes, se levantaba y se hacía aún más fuerte cada día. GiSE llevó la valiosa lección a todos: ¡ser traba no es un problema, siempre hay una forma de jugar y disfrutar!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.