El día en que la familia de la selva se unió


En lo profundo de la selva vivían el Oso, el Mono y el Cocodrilo, cada uno por su lado, sin conocerse. El Oso era un gran explorador, amante de la naturaleza y siempre dispuesto a ayudar a los demás.

El Mono, por su parte, era un artista nato, le encantaba cantar y hacer reír a todos con sus travesuras. Y el Cocodrilo, aunque imponente, en el fondo era un verdadero protector de su territorio y de los más débiles.

"Hoy es un día perfecto para explorar", dijo el Oso mientras caminaba por el bosque. "¡Sí! Y yo quiero pintar un cuadro nuevo hoy", respondió el Mono. "Yo vigilaré que no haya peligros en la zona", agregó el Cocodrilo.

De repente, un ruido extraño los hizo detenerse. Era un llamado de ayuda. Los tres corrieron hacia el origen del sonido y encontraron a una mamá puma atrapada debajo de un árbol caído.

Trabajaron juntos para liberarla y, en agradecimiento, la mamá puma los invitó a su guarida. Allí, les contó sobre su familia y cómo estaban separados por la maleza de la selva. Sin dudarlo, el Oso, el Mono y el Cocodrilo se ofrecieron a ayudarla a reunir a su familia.

Juntos planearon una estrategia para abrir un nuevo camino a través de la selva. El Mono, con su agilidad, escaló los árboles y marcó el camino con su canto.

El Cocodrilo, con su fuerza, abrió paso a través de la maleza. Y el Oso, con su valentía, guió y protegió a la familia puma en cada paso. Finalmente, lograron abrir el camino y la familia puma se reunió, agradecidos y felices.

Desde ese día, el Oso, el Mono y el Cocodrilo comprendieron que juntos podían lograr grandes cosas. Se convirtieron en una verdadera familia de la selva, ayudando a quienes lo necesitaban y protegiendo su hogar.

Y cada vez que se sentían abrumados, recordaban que unidos eran más fuertes, y eso les daba fuerzas para enfrentar cualquier desafío que la selva les pusiera en el camino.

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