El día en que la naturaleza habló
Era un día soleado y el viento soplaba suavemente en el Colegio República de Colombia. Romel, un chico entusiasta con una gran pasión por la naturaleza, reunió a sus amigos Árabe, Deysi y Suleyda para una importante reunión. Nadie podía imaginar lo que iba a suceder.
"Chicos, debemos hacer algo por nuestro planeta. ¿Qué les parece si planificamos un proyecto para cuidar nuestros recursos naturales?" propuso Romel con una gran sonrisa.
"¡Sí! ¡Eso suena increíble!" dijo Deysi, emocionada.
"¿Qué tipo de cosas podríamos hacer?" preguntó Suleyda, intrigada.
"Podríamos organizar limpiezas en el parque, hacer un huerto en la escuela o incluso crear carteles para concientizar a nuestra comunidad sobre el reciclaje" sugirió Árabe.
Los cuatro amigos intercambiaron ideas, mientras sus compañeros de clase se unían a la conversación. Decidieron crear un plan para llevar a cabo esas actividades y presentarlo al director del colegio.
Al siguiente día, emocionados, fueron a la oficina del director. El director, al escuchar su propuesta, sonrió.
"Me encanta la iniciativa, chicos. Pero..." dijo el director, haciendo una pausa. "Saben que cuidar nuestros recursos no se trata solo de una actividad escolar. Requiere esfuerzo de todos los días."
"¿Qué podemos hacer para que realmente funcionemos como un equipo?" preguntó Suleyda.
"Ustedes tienen que convencer a toda la escuela, desde los más grandes hasta los más chicos, y luego también a sus familias. Es complicado, pero si lo logran, me encantaría ver sus esfuerzos en un evento especial" respondió el director.
Decididos a llevar a cabo su misión, los cuatro amigos se pusieron manos a la obra. Organizaron exposiciones en todas las aulas, crearon estaciones de reciclaje en el colegio y promovieron la idea de llevar sus propias botellas reutilizables en lugar de usar plásticos desechables.
Con el tiempo, todos se sumaron, pero cuando estaban trabajando en su huerto, un grupo de alumnos de un curso mayor se burló de ellos.
"¿Para qué perder el tiempo con eso? No va a cambiar nada" dijo uno de ellos riendo.
Romel, sintiendo que sus amigos se desanimaban, decidió hablar.
"¡Es verdad, puede que parezca que no podemos hacer mucho! Pero cada pequeño esfuerzo cuenta. Solo pensemos en lo que podemos lograr juntos."
Aunque algunos se fueron, otros se quedaron motivados. Con cada pequeña acción, el grupo fue recibiendo apoyo de otros estudiantes y maestros.
Fue entonces cuando Árabe tuvo una idea brillante.
"¡Hagamos un picnic en el parque el próximo sábado y lleve cada uno algo que haya reciclado! Podemos llevar nuestras propias comidas y hablar sobre la importancia de cuidar el medio ambiente".
Todos se entusiasmaron y comenzaron a planificar. El día del picnic, muchos estudiantes de diferentes cursos llegaron. Había risas, picadas ricas y, por supuesto, un discurso especial por parte de Deysi.
"Hoy no solo celebramos, sino que también aprendemos. Cada uno de nosotros tiene el poder de hacer una diferencia. Lo que hagamos hoy, por pequeño que sea, puede inspirar a más personas".
La escuela empezó a sentir un cambio. Desde ese día, en vez de plástico, los chicos comenzaron a usar materiales biodegradables y se organizaban charlas mensuales sobre cómo cuidar el planeta.
Finalmente, el director decidió celebrar el éxito del grupo, organizando una ceremonia donde todos los estudiantes pudieran compartir sus experiencias y mostrar lo que habían aprendido. El día fue especial, y todos aplaudieron a los cuatro amigos que habían comenzado todo.
"La naturaleza nos agradece, pero debemos seguir trabajando", concluyó Suleyda, mirando a sus amigos.
Y así, Romel, Árabe, Deysi, Suleyda y sus compañeros continuaron cuidando de su hogar, inspirando a más personas a seguir sus pasos y a nunca dejar de luchar por un mundo mejor. Porque en cada tierra, árbol y río, la naturaleza siempre, siempre, les estaría hablando.
FIN.