El día en que los niños de segundo de primaria ayudaron a los animales a ser felices



En la escuela urbana del municipio de San Francisco El Alto, la maestra Lety decidió hacer algo especial con sus estudiantes de segundo de primaria.

Había notado que en el patio de la escuela no había suficientes árboles y que los animales que vivían alrededor se veían tristes. Así que, con entusiasmo, les propuso a los niños plantar árboles para ayudar a los animales a estar felices.

Los niños se emocionaron con la idea y rápidamente se pusieron manos a la obra. - Maestra Lety, ¿qué árboles vamos a plantar? - preguntó Juanito, un niño curioso.

- Vamos a plantar árboles nativos de la región, como el algarrobo y el molle, para que los animales encuentren refugio y alimento - explicó la maestra Lety con una sonrisa. Los niños escucharon atentamente y se dispusieron a trabajar. Cada uno tomó una pala y una planta y con mucho cuidado comenzaron a abrir hoyos y plantar los árboles.

Mientras tanto, los animales del lugar, como pájaros, mariposas y ardillas, observaban con curiosidad lo que los niños estaban haciendo. A medida que los árboles iban creciendo, los animales empezaron a acercarse, atraídos por el nuevo hábitat que los niños les estaban proporcionando.

Los pájaros comenzaron a hacer nidos, las mariposas revoloteaban alrededor de las flores, y las ardillas saltaban de rama en rama. Los niños estaban emocionados al ver cómo su trabajo estaba haciendo felices a los animales.

- ¡Miren! ¡Los animales están más felices! - exclamó emocionada Laura. - Sí, parece que les gustó nuestro regalo - dijo María, otra niña de la clase.

La noticia de la labor de los niños pronto se extendió por el pueblo, y otros niños se unieron a ellos para plantar más árboles alrededor de la escuela. La maestra Lety también organizó charlas sobre la importancia de cuidar y respetar la naturaleza.

Los niños se convirtieron en pequeños defensores del medio ambiente, y muchos vecinos se sumaron a la iniciativa. Finalmente, el patio de la escuela se convirtió en un lugar vibrante y lleno de vida, donde los árboles crecían frondosos y los animales disfrutaban de su nuevo hábitat.

Los niños aprendieron que con pequeñas acciones, como plantar árboles, podían hacer una gran diferencia en el mundo.

Y así, con el paso de los años, la escuela urbana del municipio de San Francisco El Alto se convirtió en un ejemplo de cómo el cuidado del medio ambiente y el amor por los animales pueden transformar un lugar triste en uno lleno de alegría y vida.

FIN.

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