El día en que los niños salvaron el planeta
En un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y árboles frondosos, vivían cuatro amigos: Martina, Tomás, Sofía y Juan. Un día, mientras paseaban por el parque, se dieron cuenta de que algo no andaba bien. El lugar que solían frecuentar para jugar estaba lleno de basura. Latas, botellas, envoltorios de caramelos y bolsas de plástico se amontonaban por doquier.
- ¡Qué desastre! -exclamó Martina, con el ceño fruncido.- El parque parece un basurero.
- Sí, es horrible -asintió Juan, levantando una lata del suelo con gesto de desagrado.
Los cuatro amigos intercambiaron miradas preocupadas, preguntándose cómo el parque había llegado a estar en ese estado. Decidieron que tenían que hacer algo al respecto.
Con determinación, los niños se organizaron para limpiar el parque. Sofía trajo bolsas grandes y guantes, Tomás consiguió rastrillos y escobas, Martina llevó botellas de agua reutilizables y Juan trajo su entusiasmo y energía contagiosa.
Durante horas, trabajaron juntos, recogiendo la basura esparcida por el parque. Descubrieron que, a medida que limpiaban, el parque recuperaba su belleza natural, y su corazón se llenó de alegría al ver el progreso que estaban logrando.
- ¡Miren cómo brilla ahora el suelo! -exclamó Sofía, admirando el resultado de su arduo trabajo.
- Sí, se ve mucho mejor -concordó Tomás, sonriendo satisfecho.
Luego de varias horas, el parque lucía como nuevo. Los árboles parecían más verdes y el aire olía a frescura. Los niños se sentaron en un banco, agotados pero felices.
- Hicimos algo maravilloso hoy -dijo Martina, mirando a sus amigos con orgullo.
- ¡Sí! -exclamó Juan, levantando el puño en el aire.- Salvamos al parque.
Desde ese día, los niños visitaron regularmente el parque para asegurarse de que se mantuviera limpio. También hablaron con otros niños y adultos sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Poco a poco, su ejemplo inspiró a más personas a unirse a ellos en la misión de mantener el parque y, eventualmente, todo el pueblo limpio y saludable.
Los niños aprendieron que, incluso siendo pequeños, podían marcar una gran diferencia. Su amistad, trabajo en equipo y determinación no solo salvaron el parque, sino que también les enseñaron el valor de cuidar su entorno y proteger el planeta. Y así, el pequeño pueblo se convirtió en un lugar donde todos cooperaban para preservar la belleza de la naturaleza.
FIN.