El día en que todo salió al revés



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Clara. Clara era una niña muy creativa a quien le encantaba dibujar y jugar con sus amigos en el parque. Un día, mientras dibujaba un gigante mariposa en una hoja de papel, se dio cuenta de que había olvidado el cumpleaños de su mamá, que era ese mismo día.

- ¡Ay no! - exclamó Clara, tapándose la cara con sus manos - ¿Cómo pude olvidarlo?

Su mejor amigo, Lucas, que la estaba escuchando, se acercó y le dijo:

- No te preocupes, Clara. ¡Podemos hacer algo especial para tu mamá!

Clara se animó con la idea y juntos comenzaron a pensar en un plan.

- ¿Qué te parece si hacemos una tarjeta gigante? - propuso Lucas emocionado.

- ¡Es genial! - respondió Clara, y ambos se pusieron manos a la obra.

Reunieron papeles de colores, tijeras, pegamento y lápices de colores. Mientras trabajaban en la tarjeta, Clara recordaba lo especial que era su mamá para ella.

- Mami siempre me dice que soy linda y que la hago feliz - dijo Clara, mientras recortaba papel amarillo en forma de sol.

- Entonces, ¡tenemos que hacer que se sienta muy querida hoy! - dijo Lucas.

Clara y Lucas pasaron horas haciendo la tarjeta, decorándola con dibujos y mensajes. Sin embargo, mientras estaban en eso, Clara se dio cuenta de que no tenía un regalo real para su mamá.

- ¿Qué más podemos hacer? Necesito comprarle algo - comenzó a angustiarse.

- No hay necesidad de comprar nada - lo interrumpió Lucas - ¡el amor es el mejor regalo de todos!

Clara pensó y pensó. Entonces, su cara se iluminó como una bombilla.

- ¡Sí! ¡Puedo hacer una canción! - exclamó entusiasmada.

Ambos se sentaron en el suelo del parque y comenzaron a pensar en una melodía.

- ¿Qué te parece esta? - preguntó Lucas, tocando unos acordes con su guitarra de juguete.

Clara comenzó a cantar:

- Mami, te amo, te perdono, eres linda y brillante como el sol.

Lucas siguió tocando mientras Clara improvisaba.

Pronto llegó la hora de regresar a casa. Clara se sentía nerviosa pero muy emocionada. Cuando entró a su casa, su mamá estaba en la cocina.

- ¡Sorpresa! - gritaron Clara y Lucas.

La mamá de Clara se dio vuelta sorprendida.

- ¿Qué es esto? - preguntó con una sonrisa.

Clara le dio la tarjeta gigante.

- ¡Feliz cumpleaños, mami! Mira lo que hicimos para vos. - dijo emocionada.

La mamá de Clara abrió la tarjeta y sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad.

- ¡Es hermosa! - dijo, viéndola lleno de amor.

Clara luego, tomó una respiración profunda. Se sentía ligeramente nerviosa, pero era momento de cantar su canción.

- Mami, te amo, te perdono, eres linda y brillante como el sol... - comenzó a cantar.

Con cada palabra, la mamá de Clara sonreía más y más, y Lucas tocaba la guitarra en plena armonía. Cuando terminaron, su mamá aplaudió con entusiasmo.

- ¡Soy la mamá más afortunada del mundo! - dijo ella con una gran sonrisa.

- Pero mami, a veces me enojo y no te digo lo que siento - confesó Clara en voz baja.

- Está bien, querida. Todos nos enojamos a veces. Lo importante es que siempre hablemos y conquistemos juntos esos enojos - respondió su mamá cariñosamente.

Ese día, Clara aprendió que el amor, la comunicación y el perdón son regalos que podemos dar todos los días. Desde entonces, cada vez que algo no salía como ella esperaba, recordaba aquella canción y la lección que había aprendido, disfrutando cada momento junto a su mamá.

Y así, Clara y su mamá siguieron compartiendo risas, abrazos y mucha música. Y del mismo modo, cada vez que Clara sentía un pequeño enojo, no olvidaba sus palabras: - Mami, te amo, perdoname, eres linda. -

FIN.

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