El día feliz de Tomás



En una pequeña casa en las afueras de la ciudad, vivían Austin, un niño curioso y aventurero, su amigo ratón, Tomás, que era muy enojón y siempre estaba gruñendo por cualquier cosa, y su mascota, un perrito llamado Rocky, que siempre andaba feliz y con la cola moviéndose sin parar.

Un día soleado, Austin decidió invitar a Tomás y a Rocky a dar un paseo por el bosque cercano.

Mientras caminaban entre los árboles y escuchaban el canto de los pájaros, Tomás comenzó a gruñir porque se le había mojado una patita en un charco. "¡Qué fastidio! ¡Miren lo que me pasó!" -exclamó Tomás molesto. Rocky se acercó saltando alegremente y le dijo:"No te preocupes, Tomás. Es solo agua. Vamos a seguir disfrutando del paseo.

"Pero Tomás seguía enfadado y no quería escuchar razones. Continuaron caminando hasta llegar a un río donde vieron a unos patitos nadando felices.

"¡Qué suerte tienen esos patitos de poder estar tan contentos todo el tiempo!" -dijo Austin admirando la escena. "¡Bah! Yo también podría ser feliz si todo fuera perfecto como para ellos" -refunfuñó Tomás cruzándose de patas. De repente, escucharon unos ladridos desesperados provenientes de un arbusto cercano.

Corrieron hacia allí y encontraron a un gatito atrapado enredado entre unas ramas espinosas. Rocky rápidamente comenzó a ladrar para pedir ayuda mientras Austin intentaba liberar al gatito con cuidado. Finalmente lograron sacarlo sano y salvo.

El gatito les dio las gracias con cariño antes de salir corriendo hacia su hogar. En ese momento, Tomás miró la escena con atención y suspiró profundamente. "Veo que no todos los días son malos... Gracias por ayudar al gatito" -dijo tímidamente Tomás.

Rocky se acercó moviendo la cola contento e insistió:"Siempre hay algo bueno que encontrar en cada día aunque parezca difícil al principio. "Tomás reflexionó sobre las palabras de Rocky mientras continuaban el paseo de regreso a casa.

Poco a poco fue relajándose y dejando atrás su mal humor inicial. Al llegar a casa, se despidieron con una sonrisa sincera en sus rostros.

Desde ese día, Tomás aprendió que no todo debía ser motivo de enojo o frustración; que siempre hay cosas buenas para disfrutar si uno está dispuesto a verlas con otros ojos. Y así, juntos siguieron compartiendo aventuras llenas de aprendizaje y amistad en aquel hermoso rincón del mundo donde vivían felices para siempre.

FIN.

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