El Día Inesperado de Gato, Perro y Coday



En una soleada mañana, un gato llamado Miau y un perro llamado Rufus decidieron ir a la playa. El suave canto de las olas y el brillo del sol los invitaban a disfrutar. Sin embargo, cuando llegaron al agua, Miau se detuvo al borde, con sus patitas temblorosas.

"Vamos, Miau, ¡es hora de nadar!" - ladró Rufus, moviendo la cola emocionado.

"No, gracias, Rufus. No me gusta mojarme" - respondió Miau, haciendo una mueca al ver las olas.

Rufus no podía entenderlo. Para él, nadar era una de las mejores cosas del mundo. Pero no había tiempo que perder, así que decidió que explorar sería una buena alternativa.

"Entonces, ¿qué te parece si exploramos la playa juntos?" - sugirió Rufus.

"¡Eso suena genial!" - dijo Miau, aliviado al alejarse del agua.

Así, los dos amigos comenzaron a caminar por la orilla, mirando las conchas y buscando animales curiosos. De repente, entre los juncos, apareció un gran cocodrilo.

"¡Ay! ¡Un cocodrilo!" - gritó Miau, arqueando su espalda.

"¡No, espérame! No corras, Miau..." - ladró Rufus, tratando de encontrar un lugar seguro.

Pero para su sorpresa, el cocodrilo no parecía peligroso. Se acercó despacio, con una sonrisa en su rostro.

"¡Hola! ¡No se asusten! Soy Coday, el cocodrilo amigable" - dijo Coday, levantando una de sus patas.

Miau y Rufus se miraron atónitos. Habían esperado que Coday fuera feroz, pero parecía muy amistoso.

"¿Eres un cocodrilo amigable?" - preguntó Miau con desconfianza.

"¡Sí! No todos los cocodrilos somos malos. A veces la gente se asusta sin conocernos" - explicó Coday.

Los dos amigos se sintieron un poco más tranquilos, así que se acercaron al cocodrilo.

"¿Qué haces aquí, Coday?" - le preguntó Rufus.

"Vivo aquí, en el lago. ¡Vengo a la playa para relajarme! Me encanta hacer nuevos amigos. ¿Quieren que les muestre mi casa?" - ofreció Coday.

"¡Sí!" - exclamaron ambos al unísono.

Los tres comenzaron a caminar juntos hacia el lago. Durante el recorrido, Coday les enseñó a Miau y Rufus sobre las plantas y animales que vivían a su alrededor. Elas lucían muy distintos y colores del entorno.

"¡Miren! Aquí vive una familia de patitos. Ellos sí que son buenos nadadores" - dijo Coday, señalando un grupo de patitos que nadaban en círculo.

"¡Son adorables!" - comentó Miau, olvidándose momentáneamente de su miedo al agua.

Cuando llegaron al lago, Coday les mostró cómo salpicarse sin miedo. Miau lo observó de cerca.

"Pero, Coday, ¿no te da miedo mojarte?" - preguntó.

"En absoluto, Miau. En realidad, ¡es refrescante! Además, todos tienen diferente formas de divertirse. Verán que, si se atreven, nadar no es tan malo" - respondió Coday, con una gran sonrisa.

Después de escuchar a su nuevo amigo, Miau se sintió valiente. Con la ayuda de Rufus, dio un pequeño salto al agua.

"¡Oh, es más divertido de lo que pensé!" - gritó contento.

"¡Bien hecho, Miau!" - ladró Rufus desde el borde.

Así, los tres amigos comenzaron a jugar en el agua, haciendo chapoteos y risas. Miau se dio cuenta de que a veces lo nuevo puede ser emocionante si se tiene buenos amigos a tu lado.

"Coday, gracias por ser tan amable" - dijo Miau cuando salieron del agua.

"Me encantó conocerlos y espero que pasemos más aventuras juntos" - respondió Coday, haciendo un gesto amistoso con su cola.

"¡Sí! ¡No podríamos pedir mejores amigos!" - exclamó Rufus, sacudiéndose el agua.

Y así, con el sol brillando y una nueva amistad forjada, Miau, Rufus y Coday continuaron explorando el lago y sus alrededores, aprendiendo que a veces lo inesperado puede llevar a grandes aventuras, y que la verdadera amistad no tiene límites.

Fin.

FIN.

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