El día inolvidable en el zoológico
Martín estaba emocionado. Hoy era el día en que su mamá lo llevaría al zoológico. Se levantó temprano, desayunó rápido y se vistió con su remera verde favorita y sus zapatillas deportivas.
- ¡Mamá, vamos al zoológico! -gritó Martín emocionado.
- Sí, sí, vamos -respondió su mamá sonriente.
Al llegar, Martín corrió hacia la entrada del zoológico. Vio a los flamencos rosados moverse elegante y grácilmente en el estanque. Se detuvo un momento para escuchar sus sonidos y dejó que su mamá le contara sobre ellos.
- ¿Sabías que su color rosa viene de los crustáceos que comen? -dijo su mamá emocionada.
-Martín asintió con la cabeza, fascinado.
Luego llegaron a la jaula de los monos. Martín se rió al ver a los monos traviesos saltar de rama en rama y hacer muecas graciosas.
- ¡Mira, mamá, ese mono se parece a mí cuando hago payasadas! -exclamó Martín entre risas.
Su mamá lo abrazó y le dijo: -Sí, pero recuerda que los monos son animales salvajes y debemos respetarlos.
Martín asintió y continuaron explorando el zoológico. Se encontraron con los leones, los elefantes, los tigres y muchos otros animales. Martín escuchó atentamente las historias y curiosidades que su mamá le contaba sobre cada especie.
- Mamá, ¿por qué hay animales enjaulados? -preguntó Martín, preocupado.
Su mamá le explicó que, en algunos casos, los animales estaban en peligro y el zoológico era un lugar seguro para ellos.
- Nuestro deber es proteger y cuidar a los animales, así podemos preservar su futuro -añadió su mamá con cariño.
Después de recorrer todo el zoológico, Martín se sintió cansado pero feliz. Al regresar a casa, no paraba de contarle a su papá todo lo que había visto y aprendido.
- ¡Fue el mejor día de mi vida, papá! -exclamó Martín con los ojos brillantes.
Desde ese día, Martín se prometió cuidar y respetar a los animales, y soñaba con ser un conservacionista cuando fuera grande.
FIN.