El día mágico de Cristina


Había una vez una niña llamada Cristina que vivía en un pequeño pueblo. Era un día soleado y emocionante, porque era el primer día de escuela para Cristina.

Sin embargo, a pesar de su emoción, también se sentía muy miedosa. Cristina se despertó temprano esa mañana y se puso su uniforme escolar con mucho cuidado. Mirándose en el espejo, trató de tranquilizarse a sí misma diciendo: "Todo estará bien, Cristina. La escuela será divertida".

Pero por más que intentaba convencerse, no podía evitar sentir ese nudo en su estómago. Cuando llegó a la escuela, vio a muchos niños jugando y riendo juntos. Aunque parecían felices, Cristina todavía tenía miedo de acercarse a ellos.

Se quedó parada al lado del portón sin saber qué hacer. En ese momento, apareció Lucas, un niño amable y valiente que había notado a Cristina desde lejos. Se acercó lentamente y le preguntó: "¿Estás bien? Pareces nerviosa".

Cristina bajó la cabeza tímidamente y respondió: "Sí... es mi primer día de escuela y me siento muy asustada". Lucas sonrió cálidamente y dijo: "No te preocupes, todos nos sentimos así al principio.

Ven conmigo, te presentaré a mis amigos". Con el corazón latiendo rápidamente, Cristina siguió a Lucas hacia un grupo de niños que estaban jugando en el patio de recreo. Al llegar allí, Lucas presentó a Cristina diciendo: "Chicos, ella es Cristina.

Es su primer día de escuela y está un poco asustada". Los niños miraron a Cristina con curiosidad y luego, uno por uno, comenzaron a presentarse. Había Martín, el deportista; Sofía, la artista; y Valentina, la científica.

Todos eran diferentes pero muy amables. Cristina se sintió aliviada al ver que los niños no eran tan aterradores como ella pensaba. Pronto comenzó a hablar con ellos y descubrió que tenían muchos intereses en común.

Después de un tiempo, sonó el timbre para entrar a clase. Cristina se sentó junto a Lucas en el salón de clases mientras la maestra les daba la bienvenida.

Durante todo el día, Cristina se dio cuenta de que ir a la escuela no era tan malo como había imaginado. Aprendió cosas nuevas, hizo nuevos amigos y se divirtió mucho.

Al final del día escolar, cuando Cristina volvió a casa con una gran sonrisa en su rostro, le contó emocionada a su mamá sobre todas las cosas maravillosas que había experimentado en su primer día de escuela. Desde ese día en adelante, Cristina dejó atrás sus miedos y disfrutó cada momento en la escuela.

Descubrió que enfrentar sus temores le permitió vivir muchas aventuras emocionantes junto con sus nuevos amigos. Y así fue como Cristina aprendió que aunque los primeros días pueden ser intimidantes, siempre hay personas dispuestas a ayudarnos y hacer que nos sintamos cómodos.

Con valentía y amistad, podemos superar cualquier miedo y descubrir un mundo lleno de diversión e aprendizaje en cada nuevo día escolar.

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