El Día Olvidado de Luisito
Luisito era un chico de diez años, siempre curioso y lleno de preguntas. En su casa, había una enorme biblioteca con libros de historias de todo tipo. Un día, mientras hojeaba un libro antiguo, se topó con algo sorprendente: un pasaje donde se mencionaba un día especial que no había escuchado nunca. "Recuerda el día..." decía el texto, pero no decía de qué día se trataba.
Intrigado, decidió preguntarle a su maestra de escuelita dominical, la señora Marta, sobre este enigmático día.
"Señora Marta, ¿hay un día especial del que no hemos hablado en clase?"- preguntó Luisito con su característico brillo en los ojos.
La maestra sonrió, pero no pudo evitar ponerse un poco nerviosa.
"Oh, Luisito, hay muchos días especiales en el año. Quizás te referías a la Pascua o a la Navidad"- respondió mientras trataba de cambiar el tema.
Luisito no se dio por vencido.
"No, señora, decía que era un día que ni siquiera conocíamos. ¡Quiero saber cuál es!"- insistió.
Ella, un poco más inquieta, respondió:
"A veces hay días que son importantes para las personas, pero no son celebrados en todas partes. Tal vez lo inventaste"- dijo, con una risa nerviosa.
Luisito empezó a sospechar que había algo más detrás de esa respuesta. Así que decidió formar un plan. Reunió a sus amigos, Martina y Pedro, y les explicó su descubrimiento.
"Chicos, tenemos que descubrir qué día es ese. ¡Puede ser una aventura!"- exclamó.
Martina, siempre entusiasta, dijo:
"Sí, y si es un día importante, tal vez necesitamos celebrarlo de una manera especial".
Pedro, que era más práctico, agregó:
"Lo primero que debemos hacer es preguntar a otros adultos. Podríamos empezar por el bibliotecario".
Los tres amigos se aventuraron a la biblioteca del barrio, donde conocían al señor Gómez, un anciano sabio que siempre tenía historias interesantes para compartir.
"Señor Gómez, ¿hay un día especial que todos deberíamos recordar y que no se celebre en la iglesia?"- preguntó Luisito.
El anciano pensó un momento y luego sonrió de oreja a oreja.
"Por supuesto, chicos. Hay un día que es hermoso, se llama el Día de la Amistad"- mencionó con entusiasmo.
Los ojos de Luisito brillaron.
"¿Y por qué no lo celebramos en la escuelita?"- cuestionó.
"Es un buen punto, pero a veces se nos olvida lo valioso que es tener amigos y pasar tiempo juntos. Eso puede ser un buen día para crear lazos y recordar por qué somos amigos"- respondió el señor Gómez.
Luisito y sus amigos se miraron emocionados.
"¡Tenemos que organizarlo!"- dijo Martina, saltando de la emoción.
Y así fue como el grupo de amigos decidió preparar un Día de la Amistad en la escuelita. Con ayuda del señor Gómez, elaboraron un plan que incluía manualidades, juegos y actividades donde todos pudieran compartir lo que los hacía felices.
El día llegó, y la escuelita se llenó de risas y alegría. Unos pintaron tarjetas para sus amigos, otros prepararon un mural gigante donde cada uno dejaba una huella de sus manos.
Cuando la señora Marta llegó a la escuelita, se sorprendió al ver todo lo que los chicos habían organizado.
"¡Qué bonito! Esto sí que es un día especial. Nunca había visto algo así"- dijo con una sonrisa.
Finalmente, Luisito entendió que a veces, los días que no se celebran oficialmente son los que realmente pueden traer más alegría.
"Gracias, amigos. Este día se va a convertir en una tradición"- afirmó con sinceridad.
Y así, Luisito no solo descubrió un día nuevo, sino que además ayudó a recordar la importancia de ser amigos y celebrar las relaciones en su comunidad. Desde aquel día, el Día de la Amistad se convirtió en una celebración especial para todos en la escuelita, que esperarían cada año con mucho entusiasmo y alegría.
FIN.