El Día Olvidado de Luisito
Luisito era un niño muy curioso y siempre soñador. Una noche, cuando se preparaba para dormir, escuchó una voz suave que lo llamaba.
"Luisito, Luisito, ¡despertá! No es el día, leé el cuarto mandamiento y vas a recordar el día olvidado. Mi día, el que les di. ¡Decile a todos que lo recuerden!"
Luisito se estiró y miró a su alrededor. No había nadie, pero la voz seguía resonando en su cabeza. Decidió que debía hacer caso y emprendió un viaje al mundo de los sueños.
Al otro lado de su habitación, el aire se llenó de luz y color, y el pequeño se encontró en un bosque mágico. Los árboles estaban cubiertos de hojas de colores brillantes, los animales hablaban y todo parecía brillar con una energía especial. Luisito se sintió emocionado.
"¿Dónde estoy?" preguntó.
"Estás en el bosque de los días olvidados" respondió un pequeño conejo rosa que se asomó detrás de un arbusto. "Soy Rocco, el guardián de los días. Tu voz la escuché, pero no entiendo: ¿qué día olvidaste?"
Luisito pensó un momento.
"La voz me habló del cuarto mandamiento, pero no sé qué significa. ¿Vos sabés?"
Rocco lo miró con una sonrisa.
"Claro que sé. Te invito a que me acompañes a la Gran Colina donde todos los días olvidados se reúnen. Allí encontrarás la respuesta."
Luisito y Rocco subieron juntos la colina. En la cima, había una gran reunión de días, cada uno con una personalidad única. El día que representaba el domingo era grande y resplandeciente.
"¡Hola, Luisito! Soy el domingo y estoy muy contento de que hayas venido" dijo el día con una voz llena de alegría.
"Te olvidaste de mí, y por eso, habitualmente la gente deja de disfrutar de mí como debería hacerlo" continuó.
"Pero... ¿por qué es tan importante?" preguntó Luisito, ansioso por entender.
"Porque soy el día del descanso y la alegría. En mi día, la familia se reúne, los amigos comparten y las personas recargan energías. También se les recuerda a todos la importancia de detenerse un momento en la vida cotidiana. ¡Todo el mundo me olvida!"
Luisito asintió, entendiendo la necesidad de un día de descanso y conexión.
"¿Qué puedo hacer para recordar tu día con todos?" preguntó.
"Regresá a tu mundo y dile a tus amigos, a tu familia que se detengan un poco, que compartan, que se reúnan. Cocinen juntos, cuenten historias y sean felices. ¡Eso es lo que representa mi día!"
Luisito no dudó. Volvió corriendo hacia su casa, despertándose en su cama con el sol brillando por la ventana. Se levantó rápidamente y fue directo hacia su mamá.
"¡Mamá!" gritó entusiasmado. "Hoy es domingo, ¡tenemos que hacer algo especial juntos!"
Su mamá sonrió, al ver la alegría en su rostro.
"Tenés razón, Luisito. Hoy podemos cocinar algo rico y después jugar juntos. Pero, ¿qué pasó? Estás muy emocionado."
"Es un día para estar con la familia, ¡lo leí en el bosque de los días olvidados!"
Luisito compartió su aventura con su familia. Prepararon galletas, jugaron juegos de mesa y contaron historias. Cada día del fin de semana se volvió especial y con tiempo, todos en el vecindario comenzaron a recordar la esencia del domingo.
Luisito, el pequeño soñador, enseñó a todos lo valioso que era tomarse un tiempo para disfrutar, y nunca más olvido el importancia de un día lleno de amor y descanso. Cuando se fue a dormir esa noche, sabía que la voz volvería, pero ahora tenía una gran historia para contar.
"Buenas noches, bosque de los días olvidados. Hoy recordé mi día y nunca más lo olvidaré" dijo mientras se acomodaba en su cama con una gran sonrisa.
Y así, cada domingo, Luisito se aseguraba de que su familia y amigos recordaran el día del descanso y la alegría, llenando sus corazones de felicidad.
Y así fue como Luisito se convirtió en el guardián del domingo, un día que nunca más se olvidó.
FIN.