El día que Andrea venció sus miedos
Era una mañana radiante en el barrio de Andrea. El sol brillaba, los pájaros cantaban y, sin embargo, Andrea estaba en su habitación con un nudito en la panza.
"¿Por qué tengo que ir al colegio?" - se preguntaba en voz alta mientras contemplaba su mochila llena de libros. "No quiero enfrentar a esos niños en el recreo...". Su gato, Loki, estiraba su patita en el regazo de Andrea, como si entendiera lo que pasaba.
"Loki, ¿tú crees que debería quedarme en casa hoy?" - le preguntó con una voz temblorosa.
Loki, por supuesto, no respondió, pero Andrea se sintió un poco más tranquila al acariciarlo. Decidió que no podía dejar que el miedo ganara esta vez. Tomó su mochila y se dirigió al colegio, aunque el corazón le latía rápido como un tambor.
Cuando llegó, notó que todos corrían y jugaban felices. Un grupo de chicos pasaron cerca de ella, riendo y jugando al fútbol.
"Ay, qué les pasa a esos, parecen tan seguros..." - pensó Andrea. Se sentó en un banco cerca del patio y observó a todos desde la distancia. Pero, de repente, una voz familiar la llamó. Era su mejor amiga, Clara.
"¡Andrea!" - gritó Clara, corriendo hacia ella con una enorme sonrisa. "¡Estaba buscando a alguien con quien jugar!"
"Pero... no sé si quiero jugar. Tengo miedo de que se burlen de mí o que no me dejen entrar en el juego", dijo Andrea, sintiéndose un poco pequeña y vulnerable.
"Andrea, todos tenemos miedos. A veces, más miedo da no intentarlo. ¡Vamos, yo estaré a tu lado!" - respondió Clara con energía contagiosa.
Juntas, fueron hacia el grupo. Al principio, Andrea sintió un cosquilleo en su estómago. Los chicos del grupo la miraron, y ella pensó que todo podría salir mal. Pero Clara le dio un empujoncito amoroso, y decidió dar el primer paso.
"¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó tímidamente.
Algunos chicos la miraron y, sorprendentemente, uno de ellos, Lucas, le dijo: "¡Claro! Puedes estar en mi equipo. Vamos a jugar a meter goles, ¡va a estar buenísimo!"
La sorpresa llenó a Andrea. Así que, finalmente, se unió a la partida. Al principio, corrió detrás del balón, un poco insegura, pero en poco rato comenzó a relajarse y a divertirse.
"¡Mirá, Andrea! ¡Pasame la pelota!" - gritó Clara desde el otro lado del campo. ¡Andrea se esforzó al máximo y cumplió con su parte!"¡Sí, Clara, aquí va!" - dijo emocionada mientras daba un pase.
El juego avanzaba y Andrea comenzó a reír y disfrutar del momento. Su miedo se desvaneció poco a poco, como si el sol detrás de las nubes finalmente decidiera brillar.
Cuando el timbre sonó para indicar el final del recreo, Andrea estaba agotada pero feliz. Se despidió de sus compañeros, sintiéndose más segura.
A la salida, encontró a Clara esperándola.
"¡Qué increíble que jugaste! ¿Ves? No había nada de qué preocuparse, ¿verdad?"
"Sí, fue divertido. No sé por qué me daba tanto miedo..." - respondió Andrea sonriendo.
"Los miedos solo tienen poder cuando les damos nuestra atención. La próxima vez, solo recuerda que puedo acompañarte. ¡Ahora vamos a la próxima clase!"
Y así, Andrea aprendió que a veces, enfrentar nuestros miedos puede llevarnos a momentos felices y nuevos amigos. Ese día, en lugar de esconderse del mundo, decidió ser parte de él.
Al regresar a casa, encontró a Loki en la puerta esperándola.
"¡Loki, hoy jugué en el colegio!" - le contó Andrea emocionada, llenando la casa de alegría.
Desde entonces, cada vez que Andrea sentía miedo, recordaba aquel día especial y sabía que si se atrevía a dar el primer paso, todo podía salir mejor de lo esperado.
FIN.