El día que apareció el duende de las figus


Había una vez dos niños llamados Tomás y Martina que estaban emocionados intercambiando figuritas en el parque. De repente, un destello verde y un sonido misterioso los asustó.

Para su sorpresa, apareció un pequeño duende con una gorra verde y pantalones a rayas. - ¿Quiénes son ustedes? - preguntó el duende con curiosidad. Los niños, asombrados, le explicaron que estaban intercambiando figuritas.

El duende les contó que él era el guardián de las figuritas mágicas y que podía concederles un deseo si le mostraban algunas de sus figuritas favoritas. Tomás y Martina, emocionados, le mostraron sus figuritas más preciadas. El duende, con una sonrisa traviesa, les concedió el deseo de tener una amistad eterna.

Desde ese día, Tomás y Martina aprendieron el valor de la amistad y compartieron sus figuritas sin importar cuán raras o valiosas fueran.

El duende de las figus les enseñó que lo más importante era el cariño y la amistad que podían transmitir a través de esas pequeñas figuritas. A partir de ese momento, los tres se convirtieron en amigos inseparables, y el duende siempre estaba ahí para recordarles la importancia de la amistad.

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