El día que aprendimos primeros auxilios



Era un día soleado en Asunción, donde el sol brillaba con fuerza y el aire fresco de la mañana llenaba los corazones de los niños con alegría y energía. En la escuela primaria "Carmen Salas", los alumnos de cuarto grado estaban ansiosos por su clase de educación física. El profesor Fabián, un joven lleno de entusiasmo, había preparado algo especial para ellos: un taller sobre primeros auxilios.

"¡Hola, chicos! Hoy vamos a aprender algo muy importante. Nunca sabemos cuándo podremos ayudar a alguien en necesidad," dijo Fabián mientras apuntaba a las cajas de botiquín alineadas en la mesa.

"¿Primero auxilios? ¿Qué es eso?" preguntó María, con su cabello rizado brillando al sol.

"Es lo que hacemos para ayudar a alguien que se ha lastimado o que se siente mal, hasta que llegue un médico. Es como ser un héroe cuando se necesita," respondió el profesor, sonriendo.

Los niños escuchaban con atención mientras Fabián les contaba historias sobre accidentes comunes: caídas, torceduras y pequeñas cortaduras. De repente, Alan, un compañero muy travieso, exclamó: "Yo sé lo que son primeros auxilios. Si alguien se corta, le ponemos una curita y ya está, ¡listo!"

Fabián se rió. "Eso es parte de ello, pero hay mucho más que aprender. Vamos a hacer una actividad. Cada uno tomará un turno para practicar lo que hemos aprendido."

Justo cuando estaban por empezar la práctica, un grito resonó en el patio. "¡Socorro!" Era Lucas, el capitán del equipo de fútbol, que había caído mientras jugaba con sus amigos.

"¡Vamos a ayudarlo!" gritaron los chicos.

Fabián, junto a María y Alan, corrieron hacia donde estaba Lucas, que se quejaba de un fuerte dolor en el tobillo.

"No te preocupes, Lucas. ¿Dónde te duele?" le preguntó María, recordando lo que habían aprendido.

"¡En el tobillo! Creo que me lo torcí!" respondió Lucas, con lágrimas en los ojos.

El profesor Fabián se arrodilló junto a Lucas y dijo: "Vamos a hacer un examen rápido. Primero, asegúrate de no moverte."

"¿Y qué hacemos ahora?" preguntó Alan, un poco nervioso.

"Primero, necesitamos que Lucas esté cómodo. Luego, aplicaremos hielo para reducir la hinchazón. ¡María, ve a buscar una bolsa de hielo!"

María corrió tan rápido como pudo y, en un momento, volvió con el hielo. Fabián instruyó a Lucas: "Esto puede doler un poco, pero será para que te sientas mejor. Voy a envolverte el hielo en un paño, así no estará tan frío".

Lucas asintió y se quedó quieto, respirando hondo mientras el profesor aplicaba el hielo en su tobillo.

"¡Eso se siente mejor!" dijo Lucas, aliviado.

Fabián continuó explicando: "Ahora, es importante que elevemos el tobillo. ¿Alguien tiene un libro?"

"Yo tengo uno!" gritó Alan, corriendo a buscar un libro que estaba en la mochila.

"Perfecto. Colocaremos el libro debajo de tu pie, Lucas. Así, la hinchazón disminuye más rápido," explicó Fabián mientras colocaba el libro con suavidad.

"Gracias, chicos. ¡Son unos héroes!" dijo Lucas, sonriendo, aunque todavía dolido.

Después de unos minutos, Fabián se dirigió a los demás niños: "¿Vieron lo importante que es saber primeros auxilios? Nunca es tarde para ayudar a alguien, y pueden hacer la diferencia. Además, hacer esto es una manera de demostrar apoyo y amistad".

Desde ese día, cada vez que los niños jugaban en el recreo, siempre estaban atentos a los amigos, dispuestos a ayudar si alguien se lastimaba. Además, comenzaron a practicar los primeros auxilios durante el recreo. Desde entonces, no solo fueron grandes compañeros, sino también pequeños héroes dispuestos a ayudar.

La maestra Ana, emocionada por su iniciativa, les prometió organizar un taller de primeros auxilios con unos expertos para que aprendieran aún más. Todo el colegio se unió y, juntos, se volvieron unos expertos en cuidar de los demás.

Y así, de ese día soleado en Asunción, los niños no solo aprendieron sobre primeros auxilios, sino una valiosa lección sobre la solidaridad, la amistad y el poder de ayudar.

Fin.

FIN.

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