El día que Bacanives decidió brillar



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colibrí, un niño llamado Julián. Julián era un chico encantador que tenía un superpoder muy especial: podía hacer que la naturaleza floreciera en un instante. Aunque a los demás les parecía extraordinario, él no se sentía así. A veces, le daba miedo usar su poder porque temía que algo malo sucediera. Sin embargo, un día, se encontró con un personaje mágico llamado Bacanives, un hada de la alegría muy divertida, que cambiaría su forma de ver las cosas.

Era un día soleado cuando Julián decidió salir a jugar al parque. Se sentó en una banca y comenzó a observar a sus amigos correr felices. En ese momento, escuchó un susurro detrás de él.

"Hola, ¿me puedes ayudar?" - dijo una voz suave.

"¿Quién está ahí?" - preguntó Julián, mirando a su alrededor.

"Soy Bacanives, el hada de la alegría. ¿Quieres conocer tu verdadero poder?"

Bacanives era una figura pequeña con grandes alas de colores y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor.

Julián se sintió curioso. "¿De verdad? Pero tengo miedo, ¿qué pasa si estropeo algo?"

Bacanives sonrió con ternura. "Cada vez que intentas volar, puede que te caigas, pero también aprenderás a levantarte. Vamos, ¡ten fe en ti mismo!"

Intrigado, Julián decidió seguir a Bacanives. Juntos volaron hacia el bosque cercano, donde los árboles parecían más grises y tristes.

"Mira, Julián, estos árboles necesitan tu ayuda. ¿Puedes darles tu brillo?"

Julián dudó. "Pero, ¿y si no funciona?"

"Nada comenzará si no lo intentas. ¡Confía!" - respondió Bacanives, haciendo un pequeño giro en el aire.

Inspirado por la confianza del hada, Julián cerró los ojos y concentró su energía. Con un ligero toque, todo el bosque comenzó a llenarse de flores, hojas verdes y colores vivos. Los árboles guardaron silencio, y luego, de la nada, estallaron en risas y susurros de gratitud.

"¡Lo lograste!" - exclamó Bacanives, aplaudiendo.

"¡Fue hermoso!" - dijo Julián con una sonrisa aplastante. "Pero, ¿y si ya no puedo hacerlo otra vez?"

"Siempre podrás, pero debes creer en ti. ¡Vamos a otro lugar!" - respondió Bacanives.

Continuaron su travesía y llegaron a un pequeño arroyo. Las piedras comenzaron a hablar, diciendo que se sentían muy pesadas y tristes. Bacanives miró a Julián y le dijo: "Este es un buen momento para que ayudes. ¡Utiliza tu magia!"

"Pero no estoy seguro de si puedo ayudar a las piedras. ¡Son tan duras!"

"No se trata de qué tan duras sean, se trata de que tú eres más fuerte de lo que crees. ¡Inténtalo!" - alentó el hada.

Sin pensarlo dos veces, Julián tomó aire y lanzó una chispa de su luz mágica hacia las piedras. De repente, se iluminaron y comenzaron a bailar, haciendo que el arroyo sonara como una música alegre. Las piedras sonrieron, llenas de vida y alegría.

Julián comenzó a entender. "¿Ves? Solo necesitaba intentarlo. ¡Esto es increíble!"

"Exacto, Julián. La alegría se encuentra en cada pequeño esfuerzo. ¡Ahora, vamos por más!" - dijo Bacanives con fuerza.

Mientras continuaban su aventura, se toparon con un grupo de niños que estaban hablando entre sí, frustrados porque un árbol en el parque había caído y no podían jugar. Julián sintió una punzada en su corazón y recordó todos los momentos divertidos que había vivido allí.

"Estoy listo para ayudarlos, Bacanives. ¿Cómo puedo hacer que el árbol vuelva a ser fuerte?"

"Les explicarás lo importante que es cuidar la naturaleza. Así nunca dejarán que algo así vuelva a pasar."

Con la ayuda de Bacanives, Julián se acercó a los niños. "Hey, ¿qué pasó aquí?"

"El árbol se cayó, y no sabemos qué hacer..." - respondió una niña.

"Podemos cuidarlo juntos. ¿Por qué no lo arreglamos y le enseñamos a otros a cuidarlo?"

Los niños se miraron entre sí. "¡Sí! ¡Podemos plantar más árboles!"

Así que Julián, Bacanives y los niños se pusieron manos a la obra. Plantaron más árboles, decoraron un nuevo árbol con cintas de colores y aprendieron sobre cómo cuidar la naturaleza. El parque volvió a llenarse de vida y risas.

Finalmente, Bacanives se dio cuenta de que era momento de regresar.

"Julián, has hecho un trabajo maravilloso hoy. Te he visto crecer y brillar. Siempre recuerda, la alegría comienza cuando decides creer en ti y en lo que eres capaz."

"Gracias, Bacanives. Nunca había sentido esto. Haré lo posible por ayudar a otros y a la naturaleza siempre que pueda."

"Eso es todo, niño. ¡Hasta pronto!"

Julián miró hacia el cielo mientras Bacanives se alejaba con un destello de luz. Desde ese día, no solo siguió usando su poder, sino que también motivó a sus amigos para que cuidaran la naturaleza y creyeran en sí mismos.

Y así, Julián, el niño que solía tener miedo de brillar, se convirtió en un verdadero héroe entre sus amigos, enseñando a todos que el verdadero poder viene de creer en uno mismo y en la alegría que podemos compartir.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!