El día que Blanca voló



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Blanca que tenía un sueño muy especial: le encantaba volar.

Desde que era muy pequeña, miraba con admiración a los pájaros que surcaban el cielo y soñaba con poder hacer lo mismo algún día. Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, encontró a una mariposa herida en el suelo.

Sin dudarlo, Blanca la tomó entre sus manos y sopló suavemente sobre ella para sanarla. Para sorpresa de la niña, la mariposa empezó a brillar y se transformó en una hada con alas resplandecientes. "¡Gracias por ayudarme! Soy Luna, el hada de los sueños", dijo la hada sonriendo a Blanca.

La niña no podía creer lo que veían sus ojos. Luna le explicó que había estado observando a Blanca durante mucho tiempo y sabía cuánto anhelaba volar como los pájaros.

"He decidido concederte un deseo especial: durante un día completo podrás volar como las aves", anunció Luna con entusiasmo. Blanca estaba emocionada y nerviosa al mismo tiempo. No podía creer que finalmente tendría la oportunidad de cumplir su sueño.

Con un toque mágico de Luna, las alas aparecieron en la espalda de Blanca y sintió cómo todo su cuerpo se elevaba lentamente del suelo. "¡Estoy volando!", gritó emocionada mientras ascendía hacia el cielo azul. Durante todo el día, Blanca exploró los rincones más altos del mundo.

Pasó por encima de montañas nevadas, ríos cristalinos y campos verdes llenos de flores silvestres. Se sentía libre y feliz como nunca antes lo había experimentado.

Sin embargo, cuando llegó la noche, las alas comenzaron a desvanecerse lentamente y Blanca supo que pronto volvería al suelo. Con nostalgia en el corazón, descendió lentamente hasta posarse suavemente en el bosque donde había conocido a Luna. "Gracias por este regalo maravilloso", dijo Blanca con gratitud hacia el hada.

Luna sonrió cálidamente y le recordó a Blanca algo importante: aunque ya no pudiera volar físicamente como lo hizo ese día mágico, siempre llevaría consigo la capacidad de soñar alto y alcanzar nuevas alturas en su vida cotidiana.

Con estas palabras resonando en su corazón, Blanca regresó a casa esa noche con una determinación renovada.

Sabía que aunque no pudiera surcar los cielos todos los días, siempre tendría dentro de sí misma la fuerza para perseguir sus sueños con valentía y determinación. Y así fue como Blanca descubrió que aunque no tuviera alas físicas para volar, siempre podría elevarse hacia nuevos horizontes gracias a su espíritu indomable e inquebrantable voluntad de superación.

FIN.

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