El día que el agua desapareció
Había una vez un hermoso planeta azul llamado Tierra, donde la vida fluía gracias al elemento vital: el agua. Los ríos bailaban, los océanos cantaban y los animales jugaban con sus reflejos. Pero un día, algo extraño sucedió.
El agua comenzó a desaparecer, dejando a la Tierra sedienta y triste. Los árboles se marchitaron, las aves emigraron en busca de nuevos horizontes y los humanos se vieron en peligro.
- ¡Mamá, mamá! ¿Por qué el río ya no suena? - preguntó Carla, una niña curiosa. - Parece que el agua se fue, mi amor. Sin ella, todo pierde vida - respondió su madre con preocupación. Decidieron emprender un viaje en busca de respuestas.
En su travesía, se encontraron con animales sedientos y plantas marchitas. - ¿Qué podemos hacer, mamá? - preguntó Carla, con lágrimas en los ojos. - Debemos buscar una solución y recordar lo importante que es cuidar el agua, hija.
Sin ella, la vida en la Tierra no sería igual. Con valentía, Carla y su madre recorrieron el mundo en busca de ayuda. Con ingenio y determinación, encontraron formas de purificar el agua que quedaba y de conservarla para futuro.
Poco a poco, la Tierra comenzó a recuperar su esplendor. Los ríos volvieron a fluir, los océanos a bailar y los animales a jugar en el agua cristalina. - Mamá, ¿ves? ¡El agua vuelve a cantar! - exclamó Carla, emocionada.
La Tierra había aprendido la lección: el agua es vida y debe ser cuidada. La humanidad y los animales aprendieron a valorarla y a protegerla. Desde aquel día, el mundo cambió para siempre.
Ahora, el agua era apreciada como el tesoro más grande, y todos vivieron felices y en armonía con la naturaleza, sabiendo que juntos podían cuidarla para las generaciones futuras.
FIN.