El día que la lluvia unió a todos



Había una vez un hombre solitario que vivía en una pequeña casa cerca de una parada de autobús. Era un hombre amable, pero siempre se sentía solo. Un día, mientras esperaba en la parada de autobús, comenzó a llover intensamente.

El hombre sacó su vieja sombrilla y se resguardó debajo de ella, observando cómo la lluvia formaba charcos en el suelo. De repente, una niña apareció en la parada de autobús, empapada y temblando de frío.

- ¡Hola! ¿Necesitas abrigo? - le preguntó el hombre solitario. La niña asintió tímidamente y el hombre compartió su sombrilla con ella. Juntos esperaron el autobús, protegiéndose de la lluvia. Pronto, un anciano se les unió en la parada, buscando refugio de la lluvia.

- ¿Les importa si me uno a ustedes? - preguntó el anciano. El hombre y la niña sonrieron y lo invitaron a compartir la sombrilla.

Poco después, un joven corrió hacia la parada de autobús, buscando también protección contra la lluvia. - ¿Puedo unirme a ustedes? - preguntó el joven. El hombre solitario, la niña y el anciano lo recibieron bajo la sombrilla sin dudarlo.

A medida que esperaban, más personas se unieron a ellos en la parada de autobús, todas protegiéndose bajo la misma sombrilla. La lluvia no paraba, pero la calidez humana crecía con cada nuevo miembro que se sumaba. Finalmente, el autobús llegó y todos subieron juntos, compartiendo risas y conversaciones en el camino.

Cuando el hombre solitario llegó a su parada, se dio cuenta de que ya no se sentía solo. Había encontrado conexión, amistad y alegría en un día lluvioso.

De regreso a su casa, se prometió a sí mismo nunca más dejar que la soledad lo dominara. Desde entonces, la parada de autobús se convirtió en un lugar de encuentro y la sombrilla en un símbolo de amor y solidaridad para toda la comunidad.

FIN.

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