El día que Tisteza descubrió la alegría
En un pequeño pueblo llamado Alegrilandia, vivía un niño muy especial llamado Tisteza. Tisteza siempre tenía una nube gris sobre su cabeza, y aunque intentaba sonreír, le costaba encontrar la alegría en las cosas simples.
Un día, mientras caminaba por el parque, se encontró con un grupo de niños que jugaban a la pelota.
"¡Vamos, Tisteza! Únete a nosotros!" - gritó Lucas, un niño alto y simpático.
"No sé... no soy muy bueno jugando" - contestó Tisteza, mirándose los pies.
Pero Lucas le sonrió con entusiasmo.
"No importa lo bueno que seas. Lo importante es divertirse!"
Tisteza dudó, pero decidió intentarlo. Al principio, se tropezó y la pelota se fue volando.
"¡Qué torpe soy!" - se lamentó.
"¡No te preocupes, a todos nos pasa!" - dijo Sofía, una niña que siempre aportaba sus risas al grupo.
Con cada intento, Tisteza se fue sintiendo un poco mejor, hasta que tuvo su primera gran victoria y le dio un pase perfecto a Lucas.
"¡Bien, Tisteza! ¡Sos un groso!" - exclamó Lucas, celebrando el momento.
Pero, ¿qué pasaría si la nube gris volvía a cubrir su cabeza?
Al día siguiente, Tisteza se despertó con la idea de jugar futbol otra vez. Se vistió rápido y salió corriendo al parque. Pero, para su sorpresa, no había nadie en la cancha.
"¿Dónde están todos?" - se preguntó preocupado.
Vagó por el pueblo, y al acercarse a la plaza, escuchó una risa contagiosa. Siguiendo el sonido, encontró a un grupo de niños rodeando algo.
"¿Qué pasa?" - preguntó curioso.
"¡Estamos ayudando a un pajarito que se cayó del nido!" - dijo Valentina, una niña de rizos dorados.
El pajarito temblaba y parecía asustado. Tisteza sintió una punzada de tristeza, pero recordó cómo había jugado el día anterior.
"¿Podemos ayudarlo?" - sugirió.
"¡Sí! Pero no sé cómo..." - respondió Lucas, preocupado.
"Podemos formar un círculo y cantarle para que se sienta mejor. Tal vez, así recupere su valor!" - propuso Tisteza, sintiendo una chispa de confianza.
Los niños se unieron en un círculo y comenzaron a cantar. La melodía era hermosa, y pronto el pajarito dejó de temblar.
"¡Miren! ¡Se siente más seguro!" - exclamó Sofía.
"¡Vamos a ayudarlo a volver a su nido!" - dijo Valentina.
Con mucho cuidado y usando los brazos de los niños como un pequeño elevador, Tisteza y sus amigos llevaron al pájaro hasta su casa.
"¡Lo hicimos!" - dijeron todos juntos, felices.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Tisteza miró por la ventana. La nube gris seguía ahí, pero se sentía diferente.
"Tal vez lo que necesita es un poco de luz del sol!" - pensó.
Al día siguiente, se despertó decidido. "Hoy voy a buscar nuevas aventuras y compartirlas con mis amigos!" - exclamó en voz alta.
Tisteza se convirtió en el niño que siempre buscaba el lado positivo de las cosas y que al final descubrió que, aunque a veces la tristeza aparezca, siempre hay algo hermoso en la amistad y en ayudar a los demás.
Y así, el niño que antes se llamaba Tisteza, se convirtió en el niño que abrazaba la alegría y enseñaba a otros a hacer lo mismo.
Finalmente, la nube gris se fue alejando y el sol brilló en Alegrilandia una vez más.
FIN.