El día que Yeni y Ceci aprendieron a resolver conflictos



Era un día soleado en la escuela primaria "Los Arbolitos". La emoción del último timbre hacía que los niños corrieran hacia la salida, y entre ellos estaban Yeni y Ceci, dos amigas de toda la vida. Sin embargo, ese día algo estaba por cambiar.

"¡Ceci, no me hables así!" - exclamó Yeni, después de que Ceci le hiciera un comentario sobre su peinado.

"¿Por qué? Solo estaba bromeando, Yeni! Tu peinado es raro hoy" - respondió Ceci, cruzando los brazos.

La broma se convirtió en un malentendido y en un abrir y cerrar de ojos, las dos amigas se encontraron en una acalorada discusión.

"¡Ya no quiero ser tu amiga!" - gritó Yeni, furiosa.

"¡Y yo tampoco!" - replicó Ceci, sintiéndose herida.

Los otros niños miraban asombrados cómo sus dos compañeras, que siempre se reían y compartían secretos, se habían vuelto rivales en un instante. La situación había escalado tan rápido que ya no parecía que hubiera vuelta atrás.

De repente, un ruido atrajo la atención de todas y todos: era el gato de la escuela, Flopy, que había quedado atrapado en un árbol y maullaba desesperadamente. Yeni y Ceci, al verlo, se olvidaron de su pelea y se acercaron, preocupadas.

"¡Flopy!" - exclamó Ceci, con lágrimas en los ojos por la preocupación.

"¡Pobrecito! ¿Cómo podemos ayudarlo?" - agregó Yeni, olvidando su enojo.

Ambas se miraron, entendiendo que aunque estaban en desacuerdo, había algo más importante que resolver: ayudar a Flopy.

Así que juntas, comenzaron a pensar en soluciones.

"Podríamos pedir ayuda a la señorita Clara" - sugirió Ceci.

"O tal vez usar esa cuerda que hay en el aula de deportes para intentar alcanzarlo" - propuso Yeni, entusiasmada.

Decidieron correr a buscar la ayuda de su docente. Y así, a través de un diálogo cooperativo, lograron que la señorita Clara se acercara con una escalera y, con mucho cuidado, descendieron a Flopy al suelo.

"¡Gracias, chicas! ¡Son unas heroínas!" - exclamó la señorita Clara, mientras acariciaba al gato.

Finalmente, Flopy estaba a salvo y las dos amigas se miraron, aún algo enfadadas, pero aliviadas por haber resuelto un problema juntas.

"Supongo que enojarse no nos lleva a ningún lado" - dijo Ceci, con un tono más calmado.

"Tienes razón. Deberíamos haber hablado antes de ponernos así" - reconoció Yeni, sintiéndose culpable.

Ambas sonrieron.

"Vamos a prometernos solucionar nuestros desacuerdos de otra manera de aquí en adelante, ¿sí?" - propuso Ceci.

"¡Sí!" - exclamó Yeni, emocionada.

Y así, las dos amigas aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de la comunicación y el trabajo en equipo. Desde ese día, siempre que tenían un desacuerdo, se sentaban a hablar y a buscar juntos una solución, recordando que la verdadera amistad es más fuerte que cualquier malentendido.

A la mañana siguiente, cuando llegaron a la escuela, se dieron un abrazo y compartieron risas, listas para un nuevo día lleno de aventuras, sabiendo que podían contar la una con la otra, no importa lo que pasara.

FIN.

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