El día sin agua de Juanita



Había una vez en un pequeño pueblo una niña llamada Juanita, a quien le encantaba lavarse las manos. Cada vez que terminaba de jugar, de almorzar o incluso de acariciar a su perrito Max, corría hacia el grifo con una sonrisa en el rostro.

Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, Juanita dijo:

"¡Chicos, no olviden lavarse las manos después de comer! Es muy importante para estar sanos."

Todos la miraron y asintieron. Habían aprendido desde pequeños que tener las manos limpias era esencial.

Sin embargo, al llegar a casa esa tarde, Juanita se dio cuenta de que el agua no salía del grifo. Con una mueca de sorpresa, gritó:

"¡Mamá, no hay agua!"

Su mamá salió de la cocina, confundida:

"¿Qué? Eso no puede ser. Voy a revisar."

Después de algunos intentos, confirmaron que el pueblo estaba en una emergencia y que no había agua en ningún lado. Juanita sintió que su mundo se volvía un poco gris. ¿Cómo podría lavarse las manos?"¿Y ahora qué voy a hacer? ," se preguntó Juanita.

Su mamá, tratando de calmarla, le dijo:

"No te preocupes, Juanita. Hay otras formas de mantener las manos limpias. Vamos a buscar algunas alternativas."

Intrigada por el desafío, Juanita y su mamá decidieron salir a explorar el pueblo para ver qué podías hacer sin agua. Al salir, encontraron a sus amigos también preocupados.

"¿Qué hacemos sin agua para lavarnos las manos?" preguntó Lucas, uno de sus amigos.

Juanita, que siempre tenía una idea creativa, comentó:

"Podemos usar toallitas húmedas. Y también se me ocurre que podemos hacer una competencia de limpieza con cosas que tengamos en casa. ¡Puede ser divertido!"

Los chicos aplaudieron entusiasmados la idea. Cada uno volvió a su casa a buscar diferentes elementos: jabones en barra, soluciones alcohólicas y hasta un poco de arena para hacer una limpieza natural. Se encontraron otra vez en el parque, listos para empezar su competencia de limpieza.

Mientras se limpiaban las manos, Juanita observó que entre risas y juegos, todos aprendieron la importancia de la higiene de formas diferentes e ingeniosas. Con cada risa y cada truco, se sintieron más unidos y llenos de recursos sin depender del agua. Y lo mejor de todo fue que lo pasaron genial.

Después de un rato, Juanita se dio cuenta de algo.

"Chicos, aunque no haya agua, siempre hay formas de mantenernos limpios y sanos. ¡Podemos ser creativos!"

Y tal como lo dijo, a la tarde el agua fue restablecida y todos pudieron volver a sus rutinas. Pero la experiencia había dejado algo especial en ellos. Desde ese día, Juanita y sus amigos aprendieron que no siempre se necesita del agua para estar limpios, solo un poco de ingenio y trabajo en equipo.

"Miren qué limpias tengo las manos!" dijo Juanita con alegría al llegar a casa.

Su mamá sonrió, y le dijo:

"Así es, mi amor. Ser limpios depende de nosotros, incluso en los momentos difíciles. Ahora a disfrutar del agua y seguir cuidándonos!"

Desde entonces, Juanita no dejó de lavarse las manos, pero también empezó a contarle a todos sus amigos sobre las otras maneras de mantenerse limpios y divertidos. ¡Así fue como aprendieron a ser ingeniosos y cuidar su higiene de maneras inesperadas!

Y así, el pequeño pueblo nunca olvidó el día sin agua, ni las risas y la creatividad de Juanita y sus amigos.

FIN.

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