El diamante del pozo perdido



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una niña curiosa llamada Sofía. Desde muy pequeña, había escuchado historias de un legendario diamante que se encontraba en un pozo perdido en el bosque. Decían que quien lo encontrara podría pedir un deseo y que el diamante brillaba más que las estrellas.

Un día, mientras exploraba cerca del bosque con su amigo Lucas, Sofía tuvo una idea. "¿Y si buscamos el diamante del pozo perdido?"- dijo con entusiasmo. Lucas, que siempre había sido un poco más cauteloso, respondió: "Sofía, eso suena muy arriesgado. No sabemos si realmente existe."

Pero Sofía estaba decidida. Juntos, decidieron equiparse con una mochila llena de provisiones, una linterna y un mapa que habían encontrado en la biblioteca del pueblo. "¡Vamos a aventurarnos!"- exclamó Sofía, y así partieron hacia el misterioso bosque.

Después de caminar durante horas, escucharon un murmullo suave, casi como un susurro. "¿Escuchaste eso?"- preguntó Lucas, con un poco de miedo en la voz. "Sí, creo que viene de allí,"- respondió Sofía, señalando hacia un claro lleno de flores brillantes.

Al entrar al claro, se encontraron con un animal extraño. Era un zorro de pelaje dorado que lucía muy amistoso. "Hola, viajeros valientes"- dijo el zorro. "¿Qué los trae a este bosque misterioso?"-

Sofía, sorprendida, le contó sobre su búsqueda del diamante. "Estamos buscando el diamante del pozo perdido. ¿Sabés dónde está?"- preguntó, con la mirada llena de esperanza.

El zorro sonrió. "El pozo perdido está escondido detrás de la cascada. Pero, tened cuidado; no todos los que buscan el diamante logran encontralo. La paciencia y la amistad son claves en esta aventura."-

Agradecidos por la ayuda del zorro, Sofía y Lucas se dirigieron a la cascada. Al llegar, se dieron cuenta de que el agua caía con mucha fuerza y no era fácil cruzar. "No es tan simple como pensé,"- dijo Lucas. "¿Y si encontramos un camino lado?"- sugirió Sofía.

Ambos comenzaron a buscar un sendero, y después de unos minutos, localizaron unas rocas que formaban un puente improvisado. "¡Lo logramos!"- exclamó Lucas al cruzar.

Al llegar al lado opuesto, encontraron un pozo antiguo cubierto de enredaderas. "¡Mirá!"- dijo Sofía, señalando hacia dentro. Lucía como si algo brillara en el fondo. Sin pensarlo, Sofía decidió usar una cuerda que llevaban para bajar. "Yo voy primero, esperame aquí,"- dijo, y Lucas asintió, aunque se sentía un poco preocupado.

Cuando Sofía llegó al fondo del pozo, vio un diamante que irradiaba luz. "¡Lo encontré!"- gritó emocionada. Pero justo cuando iba a alzarlo, escuchó una voz profunda. "¿Deseas realmente poseerlo?"- Era el espíritu del pozo, un ser misterioso que guardaba el tesoro.

"Sí, pero quiero un deseo especial. Quiero que todos en el pueblo tengan siempre suficiente comida y felicidad,"- respondió Sofía con sinceridad. El espíritu sonrió, impresionado por su nobleza. "Esa es una decisión sabia. La verdadera riqueza es la felicidad y la bondad. Este diamante cumplirá ese deseo, pero recuerda, siempre debes seguir ayudando a los demás."-

Y así, el espíritu hizo su magia. Sofía subió por la cuerda y, emocionada, le contó a Lucas lo que había decidido. "¡Tener el diamante ya no es importante! Lo que importa es que nuestro pueblo esté mejor,"- dijo Sofía, llena de alegría.

Desde ese día, los habitantes del pueblo empezaron a recibir comida y abundancia. Sofía y Lucas comprendieron que su aventura no solo había sido encontrar el diamante, sino también aprender a valorar la generosidad y la amistad.

Y cada vez que veían brillar el cielo estrellado, se recordaban del pozo perdido y del diamante que eligió hacer el bien.

Así, vivieron muchas aventuras más, siempre dispuestos a ayudar a otros, y se convirtieron en los héroes del pueblo, no por encontrar el diamante, sino por su gran corazón.

FIN.

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