El diamante perdido


Había una vez en la selva de Yucatán, un pequeño mono llamado Tito. Tito era muy curioso y aventurero, siempre estaba explorando nuevas áreas de la selva con sus amigos monos.

Un día, mientras jugaban cerca del cenote, Tito encontró algo brillante en el agua. - ¡Miren chicos! ¡Es una piedra brillante! -gritó Tito emocionado. - ¿Qué será? -preguntaron los demás monos acercándose al borde del cenote.

Tito sacó la piedra del agua y se dieron cuenta que no era cualquier piedra, sino un diamante. Los monos estaban maravillados por su brillo y lo hermoso que parecía bajo la luz del sol. - ¡Es tan lindo! -exclamó uno de los monos. - Pero...

¿qué podemos hacer con él? -preguntó otro mono preocupado. Después de pensar por un rato, decidieron llevarlo a su hogar en el árbol más alto donde vivían. Al llegar allí, empezaron a jugar con él como si fuera un balón.

Pero cuando intentaron devolverlo a su lugar seguro para guardarlo, se les cayó accidentalmente dentro de una olla gigante donde cocinaban sopa para todos los animales del bosque.

Los monos intentaron buscar el diamante en la olla pero no pudieron encontrarlo entre las verduras y carne que había allí adentro. Desesperados por encontrarlo antes que alguien lo comiera sin darse cuenta, pidieron ayuda a sus amigos animales: el coatí Rocky y el tejón Pancho.

Juntos idearon un plan para recuperar el diamante. Rocky se disfrazó de chef y Pancho de mesero para infiltrarse en el banquete del bosque donde estaba siendo servida la sopa con el diamante adentro. - ¿Qué podemos hacer si alguien lo come? -preguntó Tito preocupado.

- No te preocupes, Tito. Si alguien lo come, lo encontraremos después... ¡en sus heces! -respondió Rocky con una sonrisa.

Los amigos animales lograron llegar a la mesa donde se servía la sopa y buscaron entre los platos hasta que encontraron el correcto. Con mucho cuidado sacaron el diamante de la olla sin ser vistos por nadie más y lo llevaron de vuelta al árbol donde vivían los monos.

- ¡Lo logramos chicos! -gritó Tito emocionado mientras abrazaba a sus amigos animales. Después de esa aventura, los monos aprendieron que no debían jugar con cosas valiosas como un diamante y que siempre debían guardarlas en un lugar seguro.

También aprendieron la importancia de trabajar juntos y pedir ayuda cuando era necesario. Y así fue como Tito y sus amigos vivieron muchas otras aventuras juntos en la selva, pero nunca volvieron a jugar con algo tan valioso como un diamante.

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