El Diario de Emociones




Lola era una niña muy alegre, pero siempre se mostraba un poco nerviosa cuando llegaba el momento de ir a la escuela.

Esa mañana, mientras desayunaba con su familia, su mamá le dijo: 'Hoy vamos a empezar a escribir el diario de emociones, ¿qué te parece?' Lola se emocionó al instante. - '¡Sí, me encanta la idea! ¿Y cómo lo hacemos?' - preguntó emocionada.

Mamá le explicó que cada día, al volver de la escuela, iban a dedicar un momento para contar cómo se habían sentido en diferentes situaciones. Así podrían compartir sus emociones y aprender juntos. Esa idea le hizo sentir a Lola que tenía un espacio seguro para expresarse.

Durante la mañana en la escuela, Lola se enfrentó a un desafío en clase. La maestra les pidió que resolvieran un problema de matemáticas complicado y, al principio, Lola se puso nerviosa. Pero luego, con esfuerzo y concentración, logró resolverlo.

Al volver a casa, corrió directo a su habitación, agarró su cuaderno y comenzó a escribir: 'Hoy en la escuela tuve que resolver un problema difícil, al principio estaba nerviosa, pero finalmente lo logré y me sentí súper orgullosa de mí misma.

Gracias al apoyo de mi familia, pude superar el desafío'. Cuando llegó la hora de compartir las emociones del día, Lola leyó en voz alta lo que había escrito. - '¡Qué valiente fuiste, Lola! Estamos tan orgullosos de ti.

Saber que pudiste enfrentar tu miedo y superarlo nos hace muy felices', dijo papá. - 'Sí, es genial tener un lugar para expresarnos y apoyarnos mutuamente', agregó mamá. Desde ese día, el diario de emociones se convirtió en una actividad especial para la familia de Lola.

Aprendieron a entenderse y a apoyarse en cada emoción, convirtiendo cada desafío en una oportunidad de crecimiento y conexión.

FIN.

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